Capítulo I.

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El nuevo.

Yo solía pasar todos los días en la playa. No solo para caminar mientras observaba a las personas que se iban y otras que estaban llegando. Sino porque es mi lugar de preferencia para visitar cuando sea, el día que sea. Hasta podría acampar toda una noche sin problema. Y supongo que algunas personas piensan igual que yo, porque llevan sus cosas bien preparadas en un coche y se quedan a disfrutar de la playa. No importa el clima, a ellos les encanta tanto como a mí.

Siempre pensé que el mar tenía una gran metáfora, cuando se está iniciando el éxito por ejemplo, o cuando nadas con los problemas intentando seguir para no ahogarse en ellas. El mar refleja toda la esencia de nuestras vidas si nos ponemos a pensarlo. Eso pasa si miramos por esa parte, ahora, si miramos por la otra parte, la perdición resulta ser más negativo que la propia realidad.

El mar tiene más de dos panoramas.

Es lo contrario a una composición musical o al cielo, que esta combinado en una sola expresión.

Acomode mi bolso a un costado y mi gorra que me protegía del sol, aunque no estaba fuerte. Pero quería pasar desapercibida por…

__ ¿Eres tú? Dime que sí…
Giré a mi izquierda. Vaya, que suerte la mía.

__ ¿Sucede algo?_ le pregunte. 

__ Oh, por fortuna te encontré._ Puso una mano sobre su pecho.__  Te estuve buscando hace una hora y resulta que estabas por acá. En la playa. Tu lugar favorito, ¿eh?

__ Así es. ¿Se puede saber cómo..?

__ ¿Cómo lo sé? Bueno, no es por presumir pero soy buen investigador._ Sonrió.

__ Ya veo.

Desvíe la mirada al frente.

Escuché que suspiró antes de ponerse a mi lado, a poca distancia.

__ ¿Sigues pensando que soy un idiota arrogante verdad?

__ No.

__ ¿Qué soy solo un idiota?

__ No.

__ ¿Un arrogante?

__ No.

__ ¿Entonces que soy para ti?

__ No lo sé. Aún no te conozco bien... Diego.

__ Me llamo Dylan, no Diego.

__ Cierto.

__ Creo que mi comportamiento en ese viaje que tuvimos juntos te ha molestado mucho.

__ Cierto.

__ Y por eso no me has dirigido la palabra en tres días.

__ Cierto.

__ Yo... debo disculparme.

__ Cierto.

__ ¿Puedes voltear un momento?_ me pregunto, con voz impaciente.

__ ¿Para qué?

__ Es que... así no te puedo pedir disculpas.

__ ¿Cómo así?

__ Sin mirarte a los ojos.

Giré levantando un poco mi gorra.
__ ¿Y ahora qué tal? ¿Quieres que también me quite la gorra?

__ Sí._ al terminar su respuesta, se sorprendió el mismo y se sonrojó al instante.__ No, no, eh... yo no quise decir eso... así te ves hermosa.

Los halagos acostumbran a salir rápido de la boca de un chico al que le gustas o simplemente de alguien que quiere obtener algo de ti, es un claro ejemplo de manipulación. Pero este muchacho, a diferencia de uno de esos tipos de personas, era tonto e incapaz de manipular. Sus halagos no eran más que palabras vacías al viento.

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