𝐌𝐀𝐑𝐘'𝐒 𝐒𝐎𝐍𝐆; pablo gavi

𝟏𝟔.

❝ Please don't ever become a stranger
Whose laugh I could recognize anywhere❞

(...)

— ¿Lo que os dijo Xavi era en serio? ¿Está todo bien? —preguntó Daila, ajustándose el cinturón en el asiento trasero. Tras dejar un beso en la mejilla de cada uno, su preocupación era palpable.

Pedri estaba a punto de preguntar a qué se refería, pues no recordaba que el entrenador hubiera hecho algún anuncio significativo en los últimos días. Sin embargo, Gavi, claramente nervioso, se adelantó.

— Oh, nada fuera de lo común —dijo Gavi, rascándose la nuca con un gesto inquieto. Agradeció que Daila no pudiera verlo desde su asiento—. Solo cosas de fútbol. Nos han comprado nuevos... ¿petos?

Daila asintió con una expresión distraída y volvió su atención al móvil, respondiendo algunos mensajes de Timothée que había recibido la noche anterior.

Pedri, confuso, giró la cabeza hacia su compañero con una expresión interrogante. Gavi, nervioso, le lanzó una mirada de "luego te cuento" y subió el volumen de la música de Quevedo que llenaba el coche.

Al llegar al centro comercial Finestrelles, el más cercano a la Ciutat Esportiva, Daila se bajó del coche, agradeciendo a Pedri por el transporte y saludando a Sira, quien la esperaba en la entrada del edificio con entusiasmo y dos bolsas en la mano.

El cumpleaños de Ferran se celebraría en una semana, pero la fiesta estaba programada para ese sábado. Sira estaba decidida a que el evento fuera tan especial como la fecha de su cumpleaños, el 29 de febrero, aunque todos solían felicitarle el 1 de marzo. La chica era meticulosa, especialmente cuando estaba enamorada, y esa mañana había recurrido a su mejor amiga en busca de ayuda para elegir el regalo perfecto.

Mientras las chicas se perdían entre las tiendas, Pedri y Gavi se miraron en silencio. Pedri apagó la música de golpe y, con un tono de reproche, comenzó a hablar.

— ¿Por qué le mentiste a Daila? —preguntó, arqueando una ceja—. ¿Una reunión por unos petos? Gavi, ¿qué has hecho esta vez?

Gavi evitó su mirada, tamborileando los dedos nerviosamente sobre sus piernas.

— Vamos a llegar tarde al entrenamiento —murmuró, mirando por la ventana. Pedri suspiró y volvió a poner el coche en marcha.

— Estuve con una chica —confesó Gavi en un susurro, como si esperara que Pedri no lo escuchara, aunque estaba hablando directamente con él—. Había quedado con Daila.

Pedri, sorprendido por la confesión, volvió a mirarlo, aún más perplejo.

— ¡Te juro que no era mi intención! —se apresuró a justificar Gavi—. Iba a recogerla al estudio, pero no pude salir del hotel porque estaba rodeado de periodistas.