𝟐𝟎.

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❝ Stupid girl, I shoud've known, I should've knownThat I'm not a princess, this ain't a fairytale ❞

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Stupid girl, I shoud've known, I should've known
That I'm not a princess, this ain't a fairytale

(...)

El aire en el patio de la mansión se sentía helado, como una caricia incómoda que se colaba entre los arbustos que bordeaban la piscina. Las ramas se agitaban en un murmullo constante, acompañando las risas y los chapoteos de un grupo de borrachos que se lanzaban al agua sin pensar en el frío que los envolvía. La fiesta seguía su curso, ajena a las consecuencias, pero Daila los observaba desde lejos, sintiendo una mezcla de lástima y distanciamiento. "Menuda neumonía", pensó con un deje de sarcasmo mientras se apartaba aún más de ellos, buscando refugio en su rincón solitario.

Las lágrimas corrían sin control por su rostro. Era un llanto silencioso, uno que no buscaba atención, sino desahogo. Se sentía ridícula. No solo por llorar en medio de una fiesta, sino por lo que había desencadenado ese torrente de emociones. En un momento de euforia y fantasía, había caído en una trampa que, pensaba, ya había superado hacía años. El crush por Pablo, ese enamoramiento infantil que había prometido dejar atrás cuando apenas era una niña de diez años, había regresado con fuerza. Había sido ingenua al pensar que estaba a salvo de esos sentimientos.

La Daila de diez años habría saltado de alegría con lo que había ocurrido un cuarto de hora antes, pero la Daila de diecisiete solo quería desaparecer, esfumarse en la oscuridad y no volver a la fiesta. Si tan solo hubiera escuchado a su intuición, habría salido de allí antes de que todo se complicara, antes de ese beso que ahora parecía un error monumental. Pero no lo hizo, y ahora estaba atrapada en una espiral de emociones, llorando en un rincón mientras la música y los gritos de sus compañeros flotaban en el aire como un eco lejano.

Lo peor de todo es que, en el fondo, no sabía si realmente se arrepentía. Su mente racional le gritaba que aquel beso había sido un error, que jamás debió haber ocurrido. Pero su corazón, obstinado y confuso, le susurraba que había algo más en ese momento, algo imposible de ignorar. Había sentido algo que iba más allá de la simple atracción. ¿Cómo podía ser de otro modo? Se había besado con Pablo, su Pabs, el chico con el que había jugado a los playmobil, el que había estado a su lado desde que tenía memoria. Y ahora, de repente, se habían besado, no de manera inocente, sino con una lujuria que la había dejado sin aliento. Todo eso la perturbaba, le revolvía el alma.

El pensamiento de que, mientras ella se desmoronaba, Pablo probablemente estaría con Úrsula le hizo sentir una punzada de rabia, una que le recorrió todo el cuerpo como un relámpago. Claro, él seguramente estaría ahora con esa rubia perfecta, esa chica que siempre aparecía en sus momentos más bajos. Úrsula se había convertido en una figura constante en todas sus decepciones amorosas, y aunque no sabía cómo, estaba segura de que esta vez también tenía algo que ver. Cada vez que algo con Pablo se torcía, ella siempre estaba cerca, como una sombra inoportuna.

𝐌𝐀𝐑𝐘'𝐒 𝐒𝐎𝐍𝐆; pablo gaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora