❛ EL ORIGEN DE LOS GUARDIANES ❜ dedicado a Danna1Sofiss
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AL CONEJO DE PASCUA SIEMPRE SE LE HIZO DEMASIADO sencillo su trabajo como guardian. Tardó muy poco tiempo en acostumbrarse a él, y siempre hozaba observar desde los arbustos como las ojos de los pequeños brillaban luego de encontrar uno de sus coloridos huevos.
En la mayor parte del mundo era así. Risas y alegrías que hacían a Conejo querer seguir siendo un guardian.
En aquel momento, cuando todavía era joven era una de las cosas que lo sacaba adelante.
Sin embargo, en medio de la nada existía un un diminuto pueblo de no más de trescientos habitantes, de los cuales un poco menos de la mitad eran menores, por lo que la pascua también llegaba a ellos.
Lo raro de este lugar, es que nunca se veía una sonrisa de parte de nadie. Ni siquiera de los niños, estos traían una cara larga todo el tiempo.
El ambiente ahí parecía que te comía vivo.
Incluso la naturaleza del lugar parecía moribunda con el poco entusiasmo de los pobladores.
Pero Conejo ahí seguía, recogiendo los huevos sin color del año pasado ───los cuales los niños no siquiera buscaban─── y dejando nuevo con la esperanza de que a los menores les brillaran sus ojos.
Sus orejas se movían hacia todas direcciones en busca de sonidos que pusieran en riesgo su identidad. No escuchaba nada, ni siquiera a los animales.
Su nariz solo percibía humedad por parte de la tierra debajo de él.
Tomó uno de los huevos del año pasado para meterlo a la canasta que traía consigo. Un pequeño y coloridos huevito bajó de esta, colocándose en donde Conejo le indicaba.
Sus orejas se alzaron de golpe al escuchar como una rama crujía a sus espaldas. Rápidamente se escondió detrás de la maleza y troncos de los árboles.
Por entre las hojas, logró observar como una mujer se agachaba frente a uno de los arbustos, metiendo su brazo entre las ramas.
Las telas opacas que conformaban su vestido se mancharon muchos más de lo que ya estaban gracias al lodo. Lo mismo pasó con su cabello.
Escuchó como la mujer exclamaba para luego sacar su mano. Sus nariz olfateó en el aire al ver como uno de los huevos decorados viejos apareció entre las manos de la femenina.
Ella se levantó del suelo, limpiando el huevo con ayuda de la tela de su vestido.
Conejo bajó un poco la rama que estaba frente a él para lograr ver a la mujer con más detalle. Moría por saber cuál era su reacción.
Pero, retrocedió al escuchar como está rama crujía frenta él, cayendo al suelo y rebelando su escondite.
La contraria se volteó asustada. El espíritu fue más rápido y logró agacharse antes de que ella lo viera.
