iv ━━ miguel

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❛ EL CAMINO HACIA EL DORADO ❜
dedicado a Day1313

Los gritos y llantos de la madre primeriza retumbaban con fuerza en las paredes de su pequeña casa

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Los gritos y llantos de la madre primeriza retumbaban con fuerza en las paredes de su pequeña casa. Algunas mujeres estaban presentes, dándole apoyo y tomando la mano de la mujer que estaba a punto de dar a luz.

Frente a ella, entre sus piernas se encontraba Ixchel, la emisaria de la diosa de la fertilidad, quien verificará que el bebé saliera sano y con cuidado.

Ixchel le era fiel a esta diosa, siendo así la única partera del pueblo hasta encontrar a alguien que siguiera su legado. Al igual que Tzekel-kan, toda su vida la había dedicado a los dioses.

Las mujeres, con ganas de tener descendencia, acudían a ella para que las bendijera, logrando su cometido apenas en el primer intento.

La mujer volvió a pujar, dejando caer su cabeza en las piernas de su madre mientras jadeaba en busca de aire.

─── Necesito que vuelvas a pujar. ───ordena Ixchel negando con la cabeza───. La cabeza aún no sale.

─── ¿¡Todavía no!? ───grita la futura madre con agonía───. ¡Oh Dioses! ¡Por favor ya basta! ¡No puedo hacerlo otra vez!

La morena alzó la mirada ante la negación de la mujer. Se levantó del suelo y se acercó a su enorme barriga. Presionó su mano con fuerza sobre su vientre, causando un grito en la contraria mientras volvía su vista entre las piernas de nuevo.

Algunas mujeres se alteraron ante tal acción, sin embargo, solo se les quedó el decir palabras de aliento hacia la embarazada. Todas dudaban ciegamente en la partera.

Presionó con más fuerza y logró ver la cabeza de la criatura.

Se coloca de nuevo entre sus piernas, tomando la pequeña cabeza.

─── ¡Puja una vez más!

La mujer gritó apretando las manos de sus compañeras. Y pronto, el glorioso llanto de bebé se hizo presente en la habitación.

Ixchel cortó el cordón umbilical que unía al bebé con su madre. Lo tapó con mantas hechas a mano y se lo entregó a la menor, quien con una sonrisa recibió a su primer bebé.

Las cortinas de la acogedora casa se abrieron, revelando a la pareja de la mujer. La cara del himbre poento cambió de angustia a inmensa felicidad al ver a su primer hijo.

─── Oh, gracias poderosa Ixchel. Gracias. ───alaba tanto a la morena como a la diosa.

Ella se retira al igual que el resto de las mujeres, permitiendo así que ambos padres gozen de los primeros momentos con su hijo.

Ixchel frunció el ceño cuando al salir de la casa, su cara casi se estampa contra el rostro de uno de los seres en usdos por los dioses.

Aquel que se hacía llamar Miguel.

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