Capítulo 2: « La nota/carta »

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No sabía que esperar pero seguí aquí escondida tras la vuelta del pasillo viendo si llegaba aquel chico lindo de la clase de literatura y resulta que tenemos cosas en común. En este caso, huirle a la puntualidad.

Yo hubiera llegado tarde como todos los días a causa de Omar y sus cinco minutos más, pero me obligue — y a mi hermanito conmigo — a venir temprano para poder entregar la maldita nota/carta y librarme de todos los males después de ello. Al menos ya había cumplido mi parte, pero el temor de que pasará ahora aun me carcome.

Es decir, no le escribí una nota/carta a cualquiera, le escribí a el chico lindo de la clase de literatura. Podría no agradarle estas clases de cosas, buscar al culpable y condenarlo o simplemente romper la nota y no darle importancia. Con fe es lo segundo.

Aunque también podría ser que lea la nota, le intrigue saber quien soy, me busque y luego me vea y se decepcione al ver que soy yo... Ya me estoy arrepintiendo de todo. 

Hay tantas probabilidades.

¿Por qué acepte este trato en primer lugar?

Solo espero no haberme confundido de casillero porque me cuelgo y...

— ¡Joder! — brinco al sentir unos brazos posarse en mis hombros.

La risa molesta del novio de mi amiga inunda mis oídos haciendo que le de un codazo por impulso y ahora la que se ría sea yo de su sufrimiento. Me doy vuelta y encuentro a uno de los tantos pelirrojos de esta preparatoria, solo que este no es cualquiera. Llevaba su corbata mal puesta, el cabello desarreglado aunque sorprendentemente le quedaba bien, las pecas resaltaban en su piel bronceada pero ese piercing en su nariz aun más pues brillaba con él.

— No creí que te espantarías con facilidad, Aitana Bonmatí.

Recupera su risa burlona y juro que quiero matarlo, él lo nota por lo que se calla al instante para comenzar a analizar mi aspecto que como siempre no es el más adecuado. Traigo la camisa por fuera, lo corbata desaliñada, mi cabello algo despeinado — por no decir mucho  — y las medias no están subidas sino puestas a la maldita sea.

Todo es culpa de mi insistencia por venir temprano. Ya me lo arreglaría después.

— ¿Me contarás el chisme? ¿De qué me he perdido?

— ¿A qué te refieres, Cole? No a pasado nada.

— Estás hecha un desastre...

— Siempre lo estoy, no es de sorprenderse.

— Pues por lo menos sabes como verte desastre-bonita, hoy te vez desastre-me quiero matar — expresa y me siento ofendida —. Vamos, nos conocemos hace ya un par de años, ten confianza.

— Tuve que llegar temprano para hacerle un favor a una amiga y pues no me tome la molestia de arreglarme dentro de mi desastre — le miento.

Él suelta un hum a lo bajo yendo hacia su casillero que se encontraba muy cerca del 512. Justo él tenía que tener el casillero 509.

— ¿Qué amiga, Aitana? — pregunta sin creerme buscando lo que necesita en su casillero.

— Noah — digo encogiéndome de hombros con la esperanza de que me crea, pero su seño se frunce.

¿Estoy en peligro?

— ¿La lesbiana?

Estamos a salvo.

— No es lesbiana — aclaro —. Es bi, de hecho.

— La misma vaina si se a querido tirar a mi novia.

— Ella coquetea con todo el mundo, es su personalidad — trato de defenderla.

Objetivo: Defender a Noah.

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