XXIX

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El banquete era enorme, habían repartido incluso comida a toda la gente de King's Landing, todos festejaban con furor y emoción el nacimiento del próximo heredero al trono de hierro.

Daeron I Targaryen, primogénito del heredero del trono Jacaerys Targaryen y el príncipe consorte Aegon II Targaryen.

Todos hablaban de cómo Aegon había enfrentado todas las complicaciones del parto como un verdadero guerrero y portador de la sangre Targaryen. Pero también habían rumores respecto al intento de asesinato que habían sufrido el príncipe y el aún no nacido niño.

Aegon caminaba con su bebé en brazos, algo cohibido por la cantidad de atención que se veía obligado a recibir.

–Veo que si diste un heredero varón –Murmuró aquella odiosa voz.

El platinado suspiró cerrando con fuerza sus ojos y contando hasta tres, antes de voltear hacia Baela.

–Así es, Baela –Respondió– Creí que estabas con los Lannister arreglando las cosas para tu boda.

Pudo observar a Baela tensarse.

–Ellos pueden encargarse de los preparativos solos –Murmuró ella.– ¿Puedo cargarlo? –Dijo señalando a Daeron en brazos de Aegon.

Aegon estudió a Baela, una sonrisa apenas perceptible asomándose en sus labios. Sabía exactamente a dónde iba esa conversación, y su mente ya comenzaba a preparar las respuestas mordaces que la ocasión ameritaba.

—¿Cargarlo? —repitió con un dejo de burla, como si la idea misma le causara gracia. Acarició la mejilla de Daeron con suavidad, pero sus ojos seguían fijos en los de Baela—. Claro, Baela, ¿por qué no? —Alzó al bebé ligeramente, pero en lugar de entregárselo, hizo una pausa, su tono volviéndose más cáustico—. Aunque, debo decir que ya me parece curioso que ahora quieras tocar lo que nunca podrás tener.

Baela apretó los labios, y aunque intentaba mantener la compostura, Aegon notó cómo sus manos se cerraban en puños.

—¿De qué estás hablando? —preguntó ella, su voz cargada de una tensión apenas contenida.

Aegon ladeó la cabeza, fingiendo inocencia. Sus ojos brillaban con esa chispa cínica que tanto irritaba a los demás.

—Vamos, Baela. —El tono sarcástico era evidente ahora—. No finjas. Sabemos que durante un tiempo creíste que tenías a Jacaerys en la palma de tu mano. Pero, mírate ahora... viendo cómo yo, yo, lo atrapé por completo. —Dejó escapar una pequeña risa mientras ajustaba al bebé en sus brazos—. Y no solo a él, sino al heredero al trono de hierro.

Baela, con una expresión de rabia contenida, dio un paso hacia él, pero Aegon mantuvo su posición, imperturbable, con esa mezcla característica de orgullo y sarcasmo.

—¿De verdad crees que lo atrapaste? —murmuró ella, sus ojos oscuros brillando con furia—. ¿Que te ama? Jacaerys siempre ha sido leal a su madre, a su deber. Esto es solo una alianza, nada más.

Aegon arqueó una ceja, su sonrisa ensanchándose aún más.

—Una alianza que me ha dado todo lo que tú querías. —Su tono se volvió caprichoso, como el de un niño que presume un juguete ante otro—. Me parece que el que gana es el que tiene al heredero, ¿no crees?

Baela respiró hondo, claramente conteniéndose, pero Aegon disfrutaba cada segundo de la tensión. Sabía que la había tocado justo donde más le dolía, y no podía evitar seguir empujando los límites.

—Y aquí estamos —continuó Aegon con un tono casual, casi divertido—. Tú, soltera y con las manos vacías, mientras yo sostengo a tu "futuro". Qué ironía, ¿verdad? —Sus palabras estaban llenas de sarcasmo, pero su sonrisa se mantuvo fría, calculadora.

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⏰ Última actualización: Oct 05 ⏰

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"The dragon jewel"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora