~Dragon Eyes~(II)

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El frío viento se paseaba por los pasillos de la Fortaleza Roja, rozando las frías piedras que han vivido décadas de traiciones e intrigas

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El frío viento se paseaba por los pasillos de la Fortaleza Roja, rozando las frías piedras que han vivido décadas de traiciones e intrigas. Después del último incidente, ella sentía que no podía estar tranquila en ningún sitio del enorme castillo. Desde que el Príncipe Tuerto se fijo en ella, su sombra parecía ser constante en su vida.

Al principio eran simples miradas rápidas, luego evoluciono a pequeños y casuales encuentros que empezaron a ser tan frecuentes que ya no parecían simple casualidad. Pero de esos encuentros lo peor no era el mismo, sino, su mirada: su único ojo, mirándola de forma fría y calculadora que la hacía sentir como si fuese diseccionada cada vez que se fijaba en ella.

Casualidad que una mañana, donde ella se encontraba limpiando el pasillo más cercano de la sala del consejo, se empezaron a escuchar voces familiares. Esta curiosidad provocó que se asomara directamente a la sala, donde descubrió quienes eran los dueños de esas voces: el príncipe Aegon, este se encontraba apoyado en la pared con su característico aire de desinterés mientras sostenía una copa de vino, la otra voz proveniente de su madre la reina Alicent, quien le hablaba a Aegon en un tono bajo pero con preocupación.

-"No puedes comportarte así, Aegon. Parece que cada vez que desapareces todo el mundo se entera y empiezan a murmurar"-Exclamaba la reina con tensión.

-"Madre, no te preocupes tanto. Todo el mundo va a hablar haga lo que haga"-Respondió el príncipe, mientras se encogía de hombros y sonreía-"Es más, no soy el único al que tienen que vigilar"-.

-"!Eso no es excusa, Aegon!"-Dijo Alicent, ya desesperada, haciendo que su compostura tranquila se desvaneciera-"Es que no entiendes que tenemos enemigos, tanto dentro como fuera del castillo. Y no les podemos dar motivos para que nos ataquen"-.

Un pequeño golpe hizo que Aegon fijara su mirada en ella, haciéndole saber que sabía que ella estaba ahí, escuchando. Esto provocó que la joven se tensara, pero antes de que pudiera gesticular cualquier palabra, Alicent la interrumpió.

-"Tu"-Dijo Alicent con un tono autoritario, haciendo saber que le tenía que obedecer de forma inmediata.-"¿Cuanto tiempo llevas escuchando?".-

Tal pregunta le provocó un nudo en la garganta, ya que era sabido que Alicent Higtower no permitía ni un mínimo error.

-"Acabo de llegar, mi reina. Me encontraba limpiando los pasillos como de costumbre, pero no se preocupe no escuche nada importante"- respondió con la mayor humildad posible en su voz, inclinando su cabeza y torso en señal de respeto.

-"Espero y sea así"-Murmuro Alicent, mientras de fondo Aegon soltó alguna que otra carcajada.

-"Madre, ni te preocupes. Solo es una simple y sucia sirvienta, no presenta peligro"-Exclamó Aegon con burla en su voz.

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