Capitulo 7 (JoongSmart)

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Smart caminaba con paso ligero por los amplios pasillos del centro comercial, su mirada vagando de una tienda a otra. Cada escaparate mostraba una nueva tentación, desde ropa de diseñador hasta las últimas tecnologías, pero nada parecía captar realmente su atención. Aún así, no podía evitar sentir una ligera opresión en el pecho por la constante compañía de los seis guardaespaldas que su padre, Max, había insistido en asignarle.

"Es por tu seguridad", esas palabras se repetían en su mente, aunque para el era innecesaria ya que se podía defender con suma facilidad.

Había pensado que podría apoyarse en su hermano mayor, pero el había opinado igual que su padre haciendo que ambos tuvieran una fuerte discusión.

Salió de sus pensamientos por el ruido de sus pasos firmes y coordinados resonaba en el mármol pulido del suelo, como un recordatorio constante de su presencia.

Volteó disimuladamente la cabeza para echar un vistazo a los hombres que lo seguían de cerca. Eran todos alfas imponentes, vestidos con trajes oscuros que contrastaban con el ambiente vibrante del centro comercial.

Sus rostros eran impenetrables, con expresiones que bordeaban la seriedad absoluta.

Parecían ajenos a las tiendas coloridas y a la gente que paseaba a su alrededor, enfocados únicamente en su misión.

Esa imagen tan sobria y casi militar le sacó a Smart una sonrisa burlona. Parecían sacados de una película de espías.

De repente, decidió detenerse y giró sobre sus talones para enfrentar a su séquito de seguridad.

No es necesario que estén tan pendientes todo el tiempo, chicos- dijo, con un tono que mezclaba la sugerencia con un leve reproche. Movió una mano en el aire como si con ese simple gesto pudiera disipar la tensión que se respiraba entre ellos.

Uno de los guardaespaldas, el que parecía ser el líder del grupo, dio un paso al frente.

Era el más alto de todos, con una mandíbula cuadrada y ojos penetrantes que parecían escrutar cada rincón en busca de posibles amenazas.

Es necesario, joven Smart. Son órdenes directas de su padre, el señor Max -respondió con voz firme, dejando claro que no había espacio para la negociación.

Smart suspiró, sintiendo una mezcla de frustración y resignación.

Sabía que discutir con ellos no cambiaría nada, pero no podía evitarlo.

No le gustaba la idea de estar tan vigilado, sobre todo cuando solo quería disfrutar de un rato de ocio.

Volvió a girarse, metiendo las manos en los bolsillos mientras seguía caminando. Trató de ignorar la presencia constante de los guardaespaldas, pero era difícil no notarlos.

Sus pasos se ralentizaron al llegar frente a una arcada de videojuegos. Las luces brillantes y los sonidos nostálgicos que emanaban del interior captaron su atención de inmediato. El lugar estaba lleno de máquinas recreativas, algunas de las cuales ya tenían jugadores concentrados, mientras que otras esperaban pacientemente a que alguien las despertara de su letargo.

Smart no pudo evitar que una sonrisa se dibujara en su rostro, su corazón acelerándose ligeramente ante la perspectiva de divertirse un rato. Sin embargo, antes de dar un paso más, volvió a girarse para mirar a sus guardaespaldas.

Se detuvo en seco, lo que provocó una reacción inmediata en los alfas. En cuestión de segundos, lo rodearon, sus cuerpos tensos y sus ojos escaneando el área en busca de cualquier señal de peligro.

¿Qué sucede, joven Smart? -preguntó uno de ellos con voz controlada, aunque la preocupación se reflejaba en su postura rígida.

Smart alzó una ceja, sorprendido y divertido al mismo tiempo por la rapidez con la que habían actuado. Después, con una sonrisa traviesa, señaló hacia la entrada de la arcada.

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