Capitulo 8

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Jeff esperaba afuera de la universidad, recargado en su Lamborghini Huracán Evo negro, con un cigarrillo entre los labios.

La postura relajada de su cuerpo y la arrogancia con la que exhalaba el humo lo hacían imposible de ignorar.

Vestía una camisa negra ajustada, con los primeros tres botones desabrochados, dejando al descubierto su pecho marcado y los bordes oscuros de un tatuaje que serpenteaba por su clavícula que resaltaba por su piel pálida.

Las mangas arremangadas revelaban sus brazos tonificados, cubiertos en parte por tinta, y en su muñeca brillaban un Rolex dorado y una esclava que tintineaban con cada movimiento sutil.

Cada detalle emanaba misterio, peligro y una sensualidad casi diabólica que atraía las miradas de todos los que salían por las puertas de la universidad.

Los murmullos eran inevitables. Las chicas y los chicos lo miraban embelesados, tratando de averiguar quién era aquel hombre que esperaba ahí con una actitud tan segura, casi como si supiera que el mundo le pertenecía.

Los susurros llegaban a sus oídos, algunos comentando sobre el auto, otros sobre sus tatuajes y su cuerpo.

Jeff sonrió, engreído, disfrutando del efecto que causaba. Le gustaba ser el centro de atención, pero sabía que la única persona que realmente importaba aún no había salido.

Pobres ilusos- pensó, exhalando otra bocanada de humo mientras sus ojos recorrían sin prisa la salida de la universidad.

Mientras fumaba, su mente lo traicionó llevándolo a recuerdos recientes. Visualizó los momentos en que había tenido a Ta cerca, lo suficiente para oler su aroma dulce, sentir el calor de su piel y hundirse en su boca en besos interminables.

Recordó cómo, en cada cita, terminaban en un combate de lenguas, besos que empezaban juguetones y se volvían feroces, llenos de deseo, hasta que sentía cómo sus instintos al borde de estallar le gritaban que lo tomara ahí mismo, sin importar las consecuencias.

Lo perturbaba cómo ningún Omega en Rusia había logrado despertarle ese deseo incontrolable.

Ta era diferente, sacaba lo peor de él, lo más salvaje. Sabía que ese chico le pertenecía, que un día llevaría su marca y le daría los cachorros que había soñado.

Nadie más podía ocupar ese lugar, y Ta lo sabía tan bien como él.

El sonido de la multitud distrajo sus pensamientos, y entonces lo vio.

Ta caminaba hacia la salida. El cuerpo de Jeff reaccionó al instante, sintiendo cómo su verga comenzaba a ponerse dura.

Se lamió los labios lentamente, con hambre y deseo, al notar el atuendo que el menor había elegido: un croptop negro semitransparente que dejaba entrever su piel suave y provocativa, y unos pantalones ajustados que delineaban perfectamente sus piernas y su trasero firme.

Ta sonrió al verlo, esa sonrisa dulce pero cargada de travesura que siempre lograba desarmar a Jeff.

Se mordió los labios, sintiendo cómo su lado Omega se emocionaba al máximo.

Su instinto le decía que se dejara llevar, que se sometiera al mayor, cumpliendo con cada una de sus fantasías más oscuras y placenteras.

Jeff exhaló una risa baja, sintiendo cómo su pecho se llenaba de orgullo al verlo así.

Había algo en la manera en que Ta lo miraba, con deseo y admiración, que lo hacía sentir invencible.

Cuando el menor llegó a su lado, Jeff le dedicó una sonrisa torcida, oscura y sensual.

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