8. Futuro esposo.

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Nuestra atención estaba dirigida al lago, mi mente estaba dispersa, en ocasiones pensando en nada y eso lo agradecía, ya tenía mucho tiempo sin tener paz mental y este lugar me la brindaba. Ya eran dos noches sin poder dormir, pero aún así no sentía cansancio, solo tranquilidad.

Alessio al igual que yo parecía tener la mirada perdida. Tal vez algo triste.

— ¿Te digo la mejor manera de deshacerte de la tristeza? — Pregunta sonriente de pronto.

— ¿Cómo? Dudo mucho que funcione alguna cosa.

— Nadando en esta agua helada, dejarás de pensar en cualquier cosa que te atormenta.

— No me interesa morir congelada gracias — le respondo sarcástica.

— ¡Como quieras! — Grita animado mientras corre al lago, quitándose las prendas en el camino.

— ¡Estás loco! — Le grito de vuelta.

No puedo evitar reírme de su pequeño acto de locura, pero llega un momento en el que no vuelvo a verlo y la preocupación de que se haya ahogado invade mi cuerpo.

— ¡Alessio! — Llamo preocupada.

Sin pensarlo, corro al lago sumergiendo mi cuerpo, comprobando por mí misma lo fría que está el agua. Cuando estoy llegando al lugar donde lo vi por última vez, sale a la superficie en busca de aire.

— Eres un idiota — Digo furiosa.

Pero él se limita a reír a carcajadas por bastante tiempo sin parar.

— Siempre logro lo que quiero — dice sugestivamente.

Su estúpida sonrisa se ve mejor con todo su cabello mojado sobre sus cejas. Así que me limito a salpicar agua en su dirección, iniciando una batalla de agua.

— Basta ya — interrumpo el juego entre carcajadas.

— Te ves mejor cuando sonríes — susurra acercándose.

Me mantengo en silencio ya que lo dijo tan bajo que no sabría si mis oídos disociaron.

Es cierto lo que dice, el lago no solo trae paz, también te hace olvidar todo.

《De pronto se me ocurrió algo.》

Sin mencionar una sola palabra, lo beso, dando así el primer beso de mi vida. Él me corresponde tomándome de la cintura, profundizando el beso, mientras yo lo tomo del cabello, haciéndolo más íntimo.

Mi padre sin duda odiará esto, con este beso estoy imponiendo un acto de rebeldía que no cesará, nunca más volverá a manejarme.

Eso perra alocate.

— Sé que soy irresistible, pero nunca me esperé esto — Menciona suficiente.

— Desde hoy empieza nuestro noviazgo — le sonrío.

— Me tomas por sorpresa, pero acepto — Sonríe.

Claro que es una sorpresa, pero no para ti.

La maldad vive en ti, cariño.

Desde hoy no habrá tregua, porque no hay nada que odie más que la hipocresía, Ernesto. Lamentablemente, no puedo quitarme tu sangre, pero sí puedo ponerla a hervir.

Después de todo lo sucedido, volvemos a la granja. Estoy empapada, a diferencia de Alessio que no se metió con ropa.

Mi padre está en la entrada, parece que no ha dormido en siglos por las enormes ojeras que tiene, al igual que su cara de pocos amigos.

Mujer InfernalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora