El espíritu del reino

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[...]

La luna brillaba intensamente sobre el cielo despejado, iluminando cada rincón del viejo bosque. Las hojas crujían bajo los pasos de Kotori y Umi mientras avanzaban, cada una sumida en sus pensamientos. El silencio entre ambas no era incómodo, sino más bien un reflejo de la calma que sentían en ese momento, aunque la princesa aún se sentía inquieta por la reciente visita al Reino de los Amakati.

-Es extraño...- Murmuró Kotori, deteniéndose un instante para mirar al cielo estrellado.

Umi se giró hacia ella, observando cómo la luz plateada de la luna bañaba los cabellos grisáceos de la princesa, dándole un aura casi celestial. Había algo en la voz de Kotori que indicaba preocupación.

-¿Qué sucede, Kotori?- Preguntó, acercándose a ella con suavidad.

Kotori suspiró, dejando que su mirada se perdiera en las estrellas. -No puedo dejar de pensar en lo que sucedió en el Reino de los Amakati. Conocer a Rin y a su hermano fue... interesante, pero me pregunto si realmente estamos en el camino correcto. El viaje es largo y lleno de incertidumbres. ¿Y si no estamos preparadas para lo que nos espera?-

Umi la miró fijamente, notando el brillo de duda en sus ojos. Se acercó más, colocando una mano reconfortante sobre el hombro de la princesa. -Kotori...- Su voz era suave, pero firme. -Hemos superado tanto juntas. No hay camino sin obstáculos, pero también sé que no hay desafío que no podamos enfrentar. Confía en mí, confía en nosotras.-

La princesa asintió lentamente, absorbiendo las palabras de su guardia y sintiendo un renovado sentido de determinación. -Tienes razón, Umi. No estamos solas en esto. Pero... aún así, hay algo que me inquieta.-

Antes de que Umi pudiera preguntar, un frío viento sopló repentinamente, haciendo que ambas chicas se estremecieran. El viento parecía llevar consigo un susurro lejano, un eco que provenía de las profundidades del bosque. Kotori frunció el ceño, su cuerpo reaccionando instintivamente al sentir una presencia cercana.

-¿Escuchaste eso?- Preguntó en un susurro, su voz apenas un hilo.

Umi asintió, tensando los músculos, lista para proteger a Kotori de cualquier peligro. -Sí, parece que no estamos solas.-

De repente, una figura etérea comenzó a materializarse frente a ellas. Era alta, con una forma vaga y resplandeciente, sus contornos apenas discernibles en la oscuridad. Sus ojos, dos puntos de luz brillando en el rostro nebuloso, se enfocaron en las dos chicas.

-Bienvenidas, herederas del Reino Kagattsuki.- La voz de la figura era suave, pero resonaba con poder. -He esperado mucho tiempo para este momento.-

Kotori dio un paso atrás, sorprendida, mientras Umi se colocaba protectora frente a ella. -¿Quién... quién eres?- Preguntó la princesa, su voz temblando ligeramente.

La figura sonrió, un gesto que apenas se distinguía en su rostro fantasmal. -Soy el espíritu guardián de este reino, una entidad que ha protegido estas tierras desde tiempos inmemoriales. He sido testigo de su caída y ahora, he sido llamado para guiar a la nueva reina en su camino hacia la restauración.-

El corazón de Kotori latía con fuerza en su pecho. -¿Me... me estás diciendo que tú...?-

-Sí, princesa Kotori. Yo conocí a tus padres, a tus abuelos. Y ahora, estoy aquí para ayudarte a cumplir tu destino.- El espíritu extendió una mano hacia Kotori, como si esperara que ella la tomara.

Umi, sin apartarse del frente de Kotori, estrechó los ojos. -¿Cómo podemos confiar en ti? No sabemos quién o qué eres realmente.-

El espíritu mantuvo su mano extendida, sin inmutarse ante la desconfianza de la guardia. -Es comprensible que tengas dudas, joven guardiana. Pero debes saber que mi única intención es proteger a la heredera del reino y asegurar que su legado continúe.-

Kotori respiró hondo, sintiendo el peso de la decisión que debía tomar. Miró a Umi, buscando en sus ojos la fuerza que siempre le había brindado. La guardia asintió ligeramente, como dándole permiso para seguir su instinto.

La princesa dio un paso adelante, extendiendo su mano para tocar la del espíritu. En el momento en que sus dedos entraron en contacto, una cálida sensación la envolvió, y de repente, su mente se llenó de imágenes: visiones de su antiguo reino, de sus padres, y de la grandeza que una vez había sido su hogar. Todo era tan vívido, tan real, como si estuviera allí.

-Veo... veo lo que fue, lo que podría ser...- Susurró Kotori, sus ojos llenos de lágrimas mientras las visiones continuaban.

El espíritu asintió, su forma empezando a desvanecerse lentamente. -El camino será arduo, pero nunca estarás sola, princesa. Recuerda siempre que el corazón de este reino late dentro de ti.-

Las imágenes comenzaron a desvanecerse, y cuando Kotori volvió a la realidad, el espíritu ya no estaba. El viento se había calmado, y el bosque había vuelto a su tranquila oscuridad. Pero algo dentro de Kotori había cambiado; ahora sentía una conexión más profunda con su hogar y una determinación renovada.

-Umi...- Dijo, girándose hacia su guardia con una nueva luz en sus ojos. -Sé lo que debemos hacer. No podemos esperar más. Debemos seguir adelante y restaurar el reino.-

Umi sonrió con alivio, aliviada al ver la resolución en Kotori. -Estoy contigo, Kotori. Dondequiera que vayas, te seguiré.-

Con un nuevo sentido de propósito, ambas continuaron su camino por el bosque, el destino del Reino Kagattsuki más claro que nunca en sus corazones. El camino sería largo, pero ahora, estaban más decididas que nunca a enfrentarlo juntas.

[...]

Rin estaba recostada en la cama de su habitación, mirando hacia el techo con una expresión pensativa. Desde que Umi y Kotori se habían marchado, no podía dejar de pensar en la princesa y en la misión que le esperaba.

-¿Qué estarás haciendo ahora, Kotori-nya?- Murmuró para sí misma, sus ojos brillando con una mezcla de curiosidad y preocupación.

En ese momento, la puerta se abrió suavemente y Katu entró, observando a su hermana menor con una sonrisa. -Rin, siempre tan preocupada por los demás. Debes confiar en que la princesa encontrará su camino.-

Rin se giró hacia él, sonriendo ligeramente. -Lo sé, pero no puedo evitarlo. Hay algo en ella que me hace querer protegerla.-

Katu se acercó y se sentó al borde de la cama, mirándola con seriedad. -Kotori es fuerte, pero también necesitará de aliados. Y tú, Rin, podrías ser una de las más importantes.-

Rin frunció el ceño, intrigada. -¿Qué quieres decir, Katu?-

Él le sonrió misteriosamente. -Todo a su debido tiempo, hermana. Pero por ahora, descansa. Mañana podría ser un día muy importante para todos nosotros.-

Rin asintió, aunque la curiosidad seguía picando en su interior. Sin embargo, decidió hacerle caso y cerró los ojos, intentando encontrar un poco de paz antes de que el sol de un nuevo día trajera consigo nuevas aventuras.

[...]

La noche había caído por completo, y Umi y Kotori habían encontrado un pequeño claro donde decidieron acampar. Mientras Umi preparaba un fuego, Kotori se sentó a su lado, todavía sintiendo el calor del espíritu en su pecho.

-Este lugar... me recuerda tanto a mi hogar.- Dijo Kotori en un susurro, sus ojos reflejando la luz de las llamas.

Umi se sentó junto a ella, envolviendo a Kotori en una manta para protegerla del frío. -Es porque llevas tu hogar contigo, Kotori. Dondequiera que vayas, mientras sigas tu corazón, siempre estarás conectada a tu reino.-

Kotori sonrió, sintiendo una calidez que no provenía del fuego. Se recostó en el hombro de Umi, permitiendo que el silencio de la noche las envolviera. Era un silencio lleno de promesas, de un futuro que aún no habían escrito, pero que sabían que sería suyo.

La princesa y la guardia cerraron los ojos, permitiendo que el sueño las llevara, sabiendo que, aunque el camino adelante fuera incierto, juntas podrían enfrentarlo todo.

La Princesa Y El Guardia | KotoUmi {AU}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora