capítulo 2

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El sol brillaba con grandeza, iluminando la ciudad con elegancia. En la cima del Monte Justicia, en la habitación del kriptoniano, los jóvenes héroes se encontraban reunidos en una seria, muy seria, conferencia

—No podemos confiar en él —dijo el kriptoniano, su voz pintada de determinación.

—Como acordamos anteriormente, cada uno expondrá sus teorías. ¿Quién quiere comenzar? —propuso el petirrojo, buscando mantener el orden.

—¡Yo, yo! —exclamó el velocista, agitando la mano .

—Adelante —le cedió la palabra el petirrojo, cruzándose de brazos.

—Bueno, mi teoría es que... ¡es un alienígena del espacio! —declaró el velocista con seriedad.

—Tienes que estar bromeando... —respondió la arquera, masajeando su sien con frustración.

—No, en serio. Chicos, piénsenlo —insistió el velocista, convencido—. Vino de otra dimensión, de la nada. ¡Obviamente es un enviado del espacio, de esa dimensión, para destruir la nuestra dimensión!

—Wally, dime que estás bromeando... —murmuró el petirrojo, con un suspiro de exasperación.

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En la cocina de la montaña, el tercer petirrojo preparaba el desayuno. El aroma de un humeante café americano llenaba el aire, mientras vertía una generosa cantidad de leche chocolatada en un vaso para su hijo. Acompañaba la bebida con unos esponjosos panqueques. No era un maestro culinario, ni mucho menos; sus habilidades en la cocina se limitaban a lo decente y comestible, pero se las arreglaba.

De repente, los adolescentes salieron de la habitación del kriptoniano. Lo miraban con ojos penetrantes, como depredadores que acechan a su presa, esperando el momento oportuno para atacar.

—Buenos días —saludó cortésmente el petirrojo mayor, manteniendo su tono tranquilo.

—¿Quién eres y qué quieres? —preguntó el kriptoniano, su voz cargada de desconfianza.

El petirrojo mayor no pudo evitar poner los ojos en blanco. Resultaba casi cómico que desconfiaran tanto de él; aunque, si era honesto, no les había dado razones para confiar —¡Pero tampoco para no hacerlo!— De repente, sintió cómo Conner lo agarraba con fuerza por el cuello de su camiseta de pijama.

—No me importa quién eres, pero si le pones una sola mano encima a Megan... —amenazó Conner, su voz temblando con una furia de desconocida proveniencia.

—¡Conner! —lo interrumpió Megan, con tono preocupado.

Tras varios intentos, los jóvenes lograron separar a los dos. Ahora, frente a frente, intercambiaron miradas de tensión y desafío.

—Estás actuando como un idiota de los 90 —dijo la arquera, su tono mordaz.

—Tengo que proteger a M'gann —respondió Conner con tozudez.

—No necesito que me protejas, Conner —dijo la alienígena, visiblemente molesta—. Y si sigues actuando así, me temo que tendremos que... terminar.

Esas palabras cayeron como una bala de francotirador en el corazón del clon. El dolor era evidente en su rostro—¡aunque, de todos modos, quién le manda a actuar como un idiota!—. Sin decir más, se alejó furioso hacia su habitación, dejando un pesado silencio en la cocina.

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No estoy segura si me gusta la problemática de Conner, pero bueno

Graxx por el apoyo, lo tqm <33

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