EPÍLOGO

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EPILOGO

Con el paso del tiempo, la vida nos llevó a un lugar que nunca habíamos imaginado del todo. Mi vida con Peter y nuestros hijos ha sido una serie de capítulos llenos de aventuras, desafíos y grandes logros. Mirando hacia atrás, puedo decir que cada momento ha sido un regalo, una historia que se ha tejido con amor y esfuerzo. Cuando pienso en cómo comenzó todo, me doy cuenta de que tanto Peter como yo siempre hemos estado rodeados de personas que, de una forma u otra, han sido parte crucial de nuestra historia.

Recuerdo claramente el momento en que nos mudamos a Miami, un cambio drástico en nuestras vidas que nos llevó lejos de Buenos Aires. La decisión no fue fácil, pero la oportunidad de estar cerca de Messi y de otros amigos que habíamos hecho en el camino hizo que la transición fuera un poco más llevadera. Messi y su familia nos acogieron con los brazos abiertos, y rápidamente nos convertimos en una familia extendida, compartiendo cenas, risas y momentos de apoyo mutuo. La vida en Miami nos ofreció un nuevo horizonte y, aunque echábamos de menos nuestra tierra natal, el calor de la ciudad y el mar nos dieron una nueva perspectiva de la vida.

Santino, nuestro hijo mayor, estaba en una etapa crucial de su vida. Aunque estaba en la adolescencia, ya mostraba una madurez que nos sorprendía. Había tomado el camino que su padre había trazado antes que él, y estaba jugando en la primera del Inter de Miami. Era impresionante ver cómo nuestro hijo se había convertido en un joven dedicado y talentoso. Se esforzaba al máximo, no solo por sí mismo, sino por hacer que su padre y yo nos sintiéramos orgullosos. La pasión y el compromiso que mostraba en el campo de juego eran el reflejo de la educación y los valores que Peter y yo le habíamos inculcado.

Allegra, por otro lado, seguía una trayectoria diferente, pero igual de fascinante. Desde que tenía cinco años, había dejado en claro que su sueño era ser como yo, una artista que exploraba el mundo a través del canto y la danza. Ver a mi hija seguir mis pasos ha sido una de las mayores alegrías de mi vida. A los dieciocho años, Allegra ya había comenzado a brillar en el escenario. Sus actuaciones eran una mezcla de talento innato y dedicación, y su pasión por la música y el baile era palpable. Cada vez que la veía en el escenario, sentía un profundo orgullo y una emoción que me llenaba el corazón.

Mientras tanto, la familia había crecido de manera inesperada. Aunque habíamos decidido no tener más hijos después de Allegra, la vida nos sorprendió con la llegada de Noah y Emilia.

Los primeros meses con los gemelos fueron un torbellino de emociones. La casa se llenó de risas, llantos y una energía vibrante que era difícil de describir. Santi, nuestro hijo mayor, tomó un papel importante en la vida de sus hermanas menores. Siempre fue un hermano ejemplar, y su gesto de regalarles flores todos los meses era una muestra de su amor y dedicación. Me llenaba de felicidad ver cómo Santi cuidaba de sus hermanas, cómo les enseñaba y las ayudaba a crecer.

Noah, con su naturaleza soñadora, y Emilia, con su carácter fuerte, aportaron una dinámica única a nuestra familia. Mientras Noah seguía los pasos de su hermano mayor en términos de aspiraciones y sueños, Emilia y Allegra vivían una relación llena de complicidades y, a veces, celos. La presencia de Peter en la vida de nuestras hijas y el amor que les mostraba a menudo creaba situaciones complicadas, pero para eso estaba yo. Con la paciencia que me caracteriza, me encargaba de equilibrar las cosas y de asegurarme de que cada uno de mis hijos se sintiera valorado y amado.

El equilibrio en nuestra familia no siempre fue fácil de lograr, pero con amor y comunicación, pudimos superar las dificultades. La vida en Miami, aunque diferente a la que conocíamos, nos brindó oportunidades para crecer juntos y para fortalecer nuestros lazos. Las experiencias compartidas en el nuevo entorno nos enseñaron a apreciar aún más lo que teníamos y a valorar los pequeños momentos que a menudo se nos escapan.

Un día, mientras paseaba por la playa con Peter y nuestros hijos, me detuve a reflexionar sobre todo lo que habíamos logrado. Desde aquellos días en los que Peter jugaba en las inferiores de River y yo bailaba en pequeños escenarios, hasta los momentos actuales en los que nuestros hijos estaban siguiendo sus propios caminos, me sentí abrumada por la gratitud. Habíamos trabajado arduamente para alcanzar nuestros sueños y, a pesar de los desafíos, habíamos creado una vida que estaba llena de amor y satisfacción.

Mirando a Peter, vi al hombre con el que había compartido tantos momentos importantes, desde los días en los que éramos jóvenes llenos de sueños hasta la realidad de nuestra vida juntos. Nuestra familia, que había comenzado con solo nosotros dos, se había convertido en un círculo amplio y amoroso. Cada miembro, desde Santino hasta Emilia, aportaba algo único y especial a nuestra vida familiar.

La presencia de Willburd, nuestro fiel compañero de cuatro patas, también había añadido una capa de alegría y amor a nuestro hogar. Siempre estaba allí, compartiendo nuestros momentos de felicidad y consolándonos en los días más difíciles. Era una parte integral de nuestra familia, y su lealtad y cariño eran invaluables.

A medida que el tiempo seguía su curso, y nuestros hijos creían y se convertían en adultos con sus propias vidas y sueños, me di cuenta de que lo más importante de todo era el amor que habíamos construido juntos. El amor que nos había unido a Peter y a mí, el amor que habíamos transmitido a nuestros hijos, y el amor que cada uno de ellos había llevado a sus propias vidas.

Cada uno de nuestros hijos había encontrado su propio camino, pero siempre habían llevado consigo las lecciones y el amor que les habíamos dado. Allegra y su carrera en la música y el baile, Santino y su pasión por el fútbol, Noah y Emilia con sus propios sueños y aspiraciones, todo ello era un reflejo de la familia que habíamos creado.

Al mirar hacia el futuro, me siento esperanzada y emocionada. Los años que vienen están llenos de posibilidades y nuevas aventuras.

Con Peter a mi lado y nuestros hijos siguiendo sus propios caminos, sé que enfrentaremos cualquier desafío con la misma fortaleza y amor que nos ha guiado hasta ahora. La vida puede ser impredecible, pero una cosa es segura: el amor que compartimos y la familia que hemos construido son los pilares sobre los que descansamos.

Así, mientras nos preparamos para los próximos capítulos de nuestras vidas, me siento agradecida por cada momento, por cada risa y cada lágrima, por cada sueño cumplido y cada obstáculo superado. La vida que hemos construido juntos es un testimonio del amor y la dedicación que hemos puesto en ella, y estoy emocionada de ver cómo se desarrolla en los años venideros.

Con una familia unida y amorosa, y con la certeza de que siempre estaremos allí para los unos y los otros, no puedo más que sentirme llena de esperanza y gratitud. La historia de nuestra familia, con todos sus altos y bajos, es una historia que celebro cada día. Y mientras avanzamos hacia el futuro, sé que seguiremos construyendo recuerdos inolvidables y viviendo una vida llena de amor y felicidad.

Santi en un viaje a Buenos Aires, había vuelto a ver al amor de su infancia, se empezaron a juntar, entonces a los seis meses de noviazgo Rufina decidió mudarse con Santi a Miami.

Mientras que Allegra había conocido a un cantante cordobés, Peter estaba que caminaba por las paredes cuando se entero que estaba de novia, el chico en cuestión llamado Agustín, un cantante increíble.

Bueno terminamos esta historia, realmente estoy ideando otra mas autorreferencial, pero seguro que serán los mismos personajes. Nose cuando voy a poder volver a escribir.

Espero que les haya gustado

ENTRETIEMPODonde viven las historias. Descúbrelo ahora