Capítulo 3: La despedida de Paradox..
—¿Y cuál es el siguiente paso?— preguntó Benjamín, su mirada intensa fija en el reloj majestuoso que ahora adornaba su muñeca izquierda.
Paradox interrumpió el momento con una risa burlona.
—Bueno, como mencioné, debes encontrar a tu padre. Él te enseñará artes marciales, el uso de armas, o quizás, ¿shurikens en forma de murciélago?— dijo, mientras sumergía una papa frita en catsup y se la llevaba a la boca.
La escena era surrealista: un hombre de apariencia madura, en la mitad de su vida, hablando con un joven que se veía como un aspirante a superhéroe. Desde una perspectiva externa, todo parecía extraño.
—Paradox, ya que estamos en confianza, ¿no temes que la TVA nos descubra?— preguntó Benjamín en voz baja, como si temiera que alguien pudiera escucharlo, a pesar de encontrarse en un lugar donde el tiempo no parecía avanzar.
—Ah, esa organización absurda que se cree la policía del tiempo— respondió Paradox con un suspiro de desdén. —Son una banda de corruptos espaciales. No son jueces ni verdugos, y tarde o temprano su pretensión de grandeza se corromperá.
—No te preocupes por ellos. He colocado barreras de tiempo para que no puedan detectarte aquí. No te confíes demasiado, son poderosos— advirtió Paradox. —Si llegan a aparecer, estaré a tu lado para ayudarte.
—Gracias, Paradox. Realmente confío en ti— dijo Benjamín con una sonrisa de alivio.
Paradox no era un ser cualquiera. Su apariencia de hombre de mediana edad ocultaba el hecho de que era uno de los seres más poderosos del universo de Ben 10. Había dominado el funcionamiento del espacio-tiempo, permitiéndole transportarse a cualquier lugar, acelerar, ralentizar o detener el tiempo a su antojo, y viajar entre universos. Aunque afirmaba tener limitaciones, su poder seguía siendo inmenso.
—Bueno, señor Benjamín Kyle, lamentablemente tengo que irme. Busca a Batman; él te guiará. Te estaré observando y protegiendo en la medida de mis posibilidades y el tiempo que me quede. Disfruta del reloj, le da estilo— dijo Paradox mientras una aura verde lo envolvía, señalando su inminente partida.
—Espera, ¿cómo puedo comunicarme contigo?— preguntó Benjamín, pero Paradox ya se había desvanecido en un parpadeo.
—Maldición— murmuró Benjamín al darse cuenta de que ahora estaba solo.
El tiempo volvió a su curso normal. El restaurante cobró vida nuevamente: las risas, los sonidos de los comensales y el bullicio de los peatones regresaron. La calma de unos momentos atrás se desvaneció.
—Estaba mejor antes— dijo Benjamín con sarcasmo mientras volvía a la realidad, donde su jefe lo observaba con una expresión furiosa.
—¡Oye, Benjamín, ponte a trabajar con las hamburguesas!— le gritó el jefe, claramente frustrado con la inactividad de su empleado.
—Sí, jefe— respondió Benjamín, poniéndose la gorra del trabajo y comenzando a preparar hamburguesas.
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En casa, Selina Kyle estaba en la cocina, preparando la cena mientras escuchaba música de los 80. La tranquilidad se rompió cuando la puerta se abrió de golpe. Selina se sobresaltó al ver a Benjamín entrar, agitado, y dirigirse directamente hacia ella.
—¿Por qué no me dijiste que Bruce Wayne era mi padre?— preguntó Benjamín, sujetando a su madre por los hombros, sus ojos fijos en los de ella.
Selina dejó caer la espátula, su rostro pálido de shock.
—¿Quién te lo dijo?— preguntó, su voz temblando.
—Ese no es el punto, madre. ¿Por qué nunca me dijiste algo tan importante?— insistió Benjamín, alejándose de ella y sentándose en la mesa.
—No sé de qué hablas, Benjamín. Debes estar soñando— respondió Selina, mientras levantaba la espátula y la lavaba con un tono sospechoso, como si intentara convencer a sí misma de la verdad.
—¡NO ME MIENTAS, MADRE!— gritó Benjamín, golpeando la mesa con frustración.
—¡BENJAMÍN JOSEPH KYLE! ¡A MÍ NO ME GRITES! ¡SOY TU MADRE Y MEREZCO RESPETO!— Selina replicó, enfrentándose a su hijo con determinación.
—Bien, entonces no esperes que vuelva a hablarte— respondió Benjamín con indignación, levantándose de la mesa y dirigiéndose a su habitación sin decir una palabra más.
Selina observó cómo se iba, sabiendo que su silencio no era por falta de voluntad, sino por necesidad. Su ex pareja, Bruce Wayne, era Batman, y su vida en la oscuridad no era adecuada para un adolescente. No quería que Benjamín se viera envuelto en el peligro inherente al trabajo de Batman. Recordaba cómo Alfred, el mayordomo de Bruce, había sufrido graves heridas debido a las amenazas del crimen. No quería que su hijo corriera el mismo riesgo.
Continuará...
Estoy escribiendo a toda velocidad. Aunque publique esto a las 3 de la madrugada, espero que sigan apoyándome. ¡Nos vemos en la próxima actualización!
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El Renacimiento En La Oscuridad.
ActionBenjamín era un joven aparentemente ordinario en las oscuras calles de Gotham City, una ciudad donde la supervivencia es un lujo que pocos pueden permitirse. Su vida era tan gris como el cielo nocturno de la ciudad, y aunque su trabajo apenas le dab...