II.

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Pareciera que en ocasiones Tan lograba omitir de su mente como llegamos hasta éste punto

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Pareciera que en ocasiones Tan lograba omitir de su mente como llegamos hasta éste punto.

Sin embargo, yo lo recordaba perfectamente.  Aquella noche con la luna iluminando en su punto más alto, su respiración haciéndole compás a mis suspiros. El sonido que acompañaba la oscuridad; tranquilizador e inquietante al mismo tiempo.

Y por primera vez en mucho, pude hablarle sabiendo quién era. 

La ene en su inicial como una cicatriz en el fondo de mi mente, la pieza de un rompecabezas que estuvo siempre frente a mí. En el estado letárgico que me encontraba solo conseguía responderle apenas monosílabos. Le extrañaba, su voz, su toque, el ideal de quien creía que era.

"Si, no, no lo sé"

Eran las contestaciones ensayadas.

Un millón de veces consideré irme, pero esta vez la fuerza me empujaba, no le veía lógica quedarme.

Había amado a Tan de tal manera que no concebía lo que había hecho conmigo, me reprochaba haberlo permitido. No era justo que por las acciones de alguien más yo estuviera sintiendo este sentimiento, este vacío insuperable donde nada parecía tener lógica.

No era justo que ella viviera su vida mientras yo perdía la mía.

Y aún así, me levanté de la cama, la que muchas veces fue un lecho fúnebre fallido; Fui a verle, accedí a dar la cara, adopté una coraza estructurada.

¿Qué había visto en Tan?

Si tuviera que decir lo que apreciaba a primera instancia; Era alguien que nunca se había curado. Se había roto tantas veces que le fue natural romper a los demás. Se había caído y levantado en infinidad de ocasiones que se veía que a duras penas tendría energía para seguir.

Ella mentía, traicionaba. Ella juzgaba, hería, deshacía, pero me amaba y reparaba. Se aprovechaba de mí y lo transformaba todo a su paso.

Me había tomado tanto tiempo separando todas sus cualidades, analizando si esta persona que yo era. Si esta Sasha podía dejar atrás sus costumbres y orientaciones por la realidad de un amor que desde el comienzo estuvo fracturado.

Le miré a los ojos. Al conjunto de verde opaco y el mínimo tono amarillo, detallé su pupila dilatarse al verme, reposé en su pecho, escuché que me amaba y fue suficiente.

Me dije a mí misma: "Tan te ama."

"No importa lo que haya hecho en el pasado, no se repetirá."

Y abandoné todos mis principios, todas mis creencias, todo de mí. Y me permití cegarme nuevamente a manos de una luz que ya se había apagado para mí antes.

 Y me permití cegarme nuevamente a manos de una luz que ya se había apagado para mí antes

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TAN © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora