VI.

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Solía creer que amaba su sonrisa, hasta que vi su gesto burlón mientras lloraba, y entonces todo mi cuerpo se convirtió en un manejo tembloroso de nervios

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Solía creer que amaba su sonrisa, hasta que vi su gesto burlón mientras lloraba, y entonces todo mi cuerpo se convirtió en un manejo tembloroso de nervios. Mis manos se movían a mi rostro para limpiar las lágrimas mientras por el otro lado veía claramente un gesto imperturbable.

Solía creer en la seguridad que su toque me brindaba, hasta que sus manos se alejaron dejando una piel ardiente. Un resto fantasmal.

Solía creer que sus ojos eran los más hermosos, hasta que su mirada se endureció, su quijada fue un ángulo filoso y la incomodidad se apoderó de su rostro de forma tan evidente que laceró mi interior.

Solía creer... en la empatía y no en la apatía. En el amor y no en el dolor. Solía creer que los perdones eran infinitos cuando existía un vínculo más allá de lo exterior.

Tan. Su silencio quemaba cómo una herida abierta rociada en sal... Quemaba más que el sol, más que mis deseos de que sintiera la misma desesperación. Una palabra suya y estaba en ruinas, en devastación.

Y entonces cuando al fin escuché el sonido de su voz. Más lejos le sentí. Más que kilómetros, más que vientos, mareas y viajes en avión. Le sentí tan lejos que mi corazón se estrujó.

"No quería perdernos." ¿Qué pasó?

" ¿Qué pasó?

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