V.

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–Le gritaría que no hizo suficiente

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–Le gritaría que no hizo suficiente. –Respondí, Lorena se extrañó pues su pregunta fue. ¿Qué harías si le volvieras a ver?

Mi respuesta real sería: Le abrazaría y no la soltaría jamás.

Mi amiga frunció el ceño. –¿No me has dicho que te ha buscado mil veces por mensajes?

Suspiré. –¿Y eso que es?, ¿Se supone que le permita dañarme de nuevo e irse, para luego siempre regresar?

–¿Si no quieres eso entonces que quieres?

Le vi, ella trataba de no juzgarme, pero era obvio que los patrones de Jean eran los patrones de Tan. Y era obvio que la relación no funcionaría a menos de que ella cambiara. Le di una calada al cigarrillo y dejé que el humo intoxicara mi ser, así como ella lo hacía, así como sería tenerle cerca.

No fumes, te vas a enfermar. Eso mata a la gente.

Y ahora era yo la que tenía el cilindro entre mis labios.

–Quiero más que mensajes desesperados, quiero actos de valentía, quiero pruebas de que me ama, de que quiere estar conmigo. No quiero lo mismo que siempre hacía, porque así solo sufría de más. –Bajé la mirada al tatuaje de mariposa, recorriendo mis dedos sobre el, sentía las lágrimas quemando mis ojos. Si tan solo hubieras besado este también. –Quiero que Tan por primera vez haga más, quiero que escriba un testamento por correo electrónico, quiero que me busque hasta más no poder, quiero que le pida mi número nuevo a la gente aún con miedo de que no se lo den, quiero que se sienta de la misma forma en la que yo me sentí, quiero que me ame como yo la amo.

Lorena solo me miró, apagando la colilla del cigarro con su zapato, y abrazándome, sollocé, no se cuánto tiempo estuve así, aferrada a un consuelo que no parecía llegar. Sabía que tenía que organizar mi vida, que no podía dejar que me volviera a derrumbar. 

Ya no creía ser capaz de aguantar tanta tristeza.

¿Cómo dejo de conocerle?

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¿Cómo dejo de conocerle?

Cómo me olvido de sus preferencias al comer, del molesto repicar del cucharón al revolver, de sus traumas de niñez, de las cosas malas que le ocurrieron, de su nombre legal, de los datos más aleatorios de su vida, de la tranquilidad que le provocaba el mar. De la dureza de sus comienzos, de sus recaídas.

TAN © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora