iii. DIVINE VIOLENCE

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CAPÍTULO IIIWE HAVE ALWAYS BEEN MEANT TO BURN TOGETHER

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CAPÍTULO III
WE HAVE ALWAYS BEEN MEANT TO BURN TOGETHER

En las historias siempre hay un héroe, una princesa y un dragón malvado, el que muere a manos del gran hombre valiente y egocéntrico, que tiene el objetivo de salvar a una bella dama e inmortalizar su nombre a través de hazañas heroicas. Pero entonces, ¿Qué haría un hombre que un hombre se sintiera orgulloso de quitar vidas por si mismo? ¿Y qué hace que una mujer sea una damisela en apuros? Será el hecho de que es mujer o que en los cuentos una damisela necesita estar en peligro? Y la bestia, ¿era realmente tan bestial como se describía, o simplemente fue mal entendida? Después de todo, ¿Qué es lo que lo hace bestial? ¿Qué hay de malo en ser bestial? Un animal salvaje no tiene la culpa de seguir sus instintos, así como el hombre con la empuñadora de una se espada quita vidas y aún así duerme bien todas las noches, con la dulce mujer que nunca tuvo elección.

Pero después de todo, ¿Qué son las opciones sino la falsa idea de libertad cuando sólo se conoce un camino.

Un dragón es volátil, decían los maestros.

Baelon es un hombre lleno de defectos tortuosos de los que no está orgulloso, sabía que tenía la peor parte del temperamento Targaryen, pero en su defensa, Viserys nunca estuvo ahí para enseñarle el arte de no sentir arder el fuego del dragón. Y sin poder controlarlo, era su vicio particular dejarse llevar, y luego había momentos en los que el heredero sentía alivio de todos los sentimientos confusos y asfixiantes.

Era demasiado pronto para decir que había nacido para ser rey, pero sabía que se había hecho un llamamiento.

La primera vez que tocó una espada lo supo.

Nació para empuñar una espada, seguramente su sangre Valyria cantaba en su espada igualmente la antigua Valyria. El fuego corrió por sus venas en una brasa que lo entumecía mientras blandía la espada hacia su oponente. Y para él, no había mayor honor que una pelea con espadas. Siempre haría lo mejor que pudiera, no porque debería hacerlo como futuro rey, sino porque lo necesitaba como defensor.

Y Baelon siempre defendería a sus seres queridos con todas sus fuerzas.

Defendía el reino, defendía a Rhaenyra de las malas lenguas, defendía sus deseos desenfrenado para que no se salgan de control; su verdadero deber siempre ha sido y será defender. Junto a su peor defecto, su mayor cualidad logró trabajar en su temperamento explosivo, y así poco a poco Baelon aprendió a convertirse en un hombre. Su educación fue la de un rey por parte de Viserys, pero convirtiéndose en un hombre honorable se enseñó a sí mismo. Y sin poder controlarlo, el heredero al trono de hierro estaba resentido con el rey.

No fue sólo por el reino que Viserys hizo explícito su favoritismo hacia Rhaenyra, sino que para Baelon estaba claro que, aunque fuera el heredero el trono de hierro, el amor eterno del rey pertenecía solo a su primogénita. No solo Baelon era menos que una brisa para la vista deslumbrada de Viserys, sino que también lo eran todos sus hijos engendrados por la reina consorte.

Sentirse enojado estaba en su naturaleza, de hecho nunca aprendió otra forma de superar sus instintos.

Baelon no recordaba todos los detalles del día que fue nombrado heredero, cuando unos hombres desconocidos se arrodillaron ante un niño de siete años y juraron lealtad a un niño asustado, pero sí podía recordar ricos detalles del día que sostuvo su primera espada con Ser Erdy.

De todos los momentos importantes de su vida, Viserys sólo estuvo presente en uno, y Baelon no permitiría que la figura de un padre fuera una sombra aterradora para sus hermanos como lo fue para él durante toda su infancia. Aunque no era su padre, sería un hermano protector, lo que nunca tuvo con Rhaenyra, el heredero se ocuparía de sus hermanos.

Juró a todos los dioses, por la antigua Valyria, defender a aquellos que no podían defenderse por sí mismos. Por merecer ser portador de la espada más antigua, hecha de la sangre pura de los dioses como decían las leyendas.

Su espada, Asesino de Dios tiene una larga historia de fuego y sangre Valyrio, su último espadachín fue Ser Edyr, cuyo pasado estuvo marcado por enseñanzas impartidas exclusivamente a descendientes de la antigua Valirya. Puede que el hombre sea viejo, peor no había mejor maestro para enseñarle al heredero del trono de hierro.

―Veo fuego en tus ojos.―Ser Edyr le dijo al chico de trece años.―Aquel que posee la sangre de dragón más espesa empuñará al Asesino de Dios en la guerra.

―¿Y si no soy yo, Ser?―cuestionó el joven Baelon.

―He visto tormentas de norte a sur.

El anciano confió. Su rala barba roja con mechones grises propios de la edad hacía que su rostro áspero fuera más aterrador, pero para el joven heredero era un rostro demasiado familiar como para temerlo.

Así será.―dijo de nuevo.

Y a lo largo de los Siete Reinos, señores y plebeyos esperaban ansiosamente para ver qué clase de rey sería el joven Baelon.

Era un día gris, el aire apestaba a tierra y sangre, el sol parecía haberse escondido en escamas de dragón mientras aparecía en el patio como de costumbre para ser entrenado. A los catorce años mereció empuñar la espada, era la primera vez que desarmaba a Ser Edyr y le sacaba sangre.

Así será, afirmó la voz ronca y raída de sentimientos ancestrales del hombre.

Ese día, todo Desembarco del Rey celebró la fortaleza del joven heredero, este surcó los cielos encima de su bestia y oscureció cada callejón con su pesada sombra. Pero había sido un alivio, como una sombra refrescante en un verano vertiginoso.

No era ninguna novedad que el huevo elegido por su hermana nunca eclosionó, quizás el joven embrión de dragón murió el mismo día que su madre dio su último aliento. Pero eso no fue suficiente para contener a los Targaryens.

¿Cómo logró domar a la bestia caníbal y la apodó Arryon? Pues es una historia que el joven recordaba y contó a sus hermanos a la hora de dormir.

Desde pequeño fue un niño tranquilo pero astuto que logró evadir a los guardias reales. Por los pasillos y las sombras una vez más el príncipe heredero desapareció, pero ese día fue diferente.

Su mente deseaba la grandeza encima de una bestia de fuego, el heredero al trono de hierro desapareció durante un día entero. El rey Viserys y su hija Rhaenyra buscaron y exigieron que rescataron al príncipe, pero nunca había estado más seguro.

Ya era de noche, el reino no dormía por la preocupación por la posible muerte del único heredero de trono de hierro. Hasta que el cielo se partió en dos y un fuego verde esmeralda cubrió las estrellas, encima del dragón bestial llamado Caníbal porque se alimentaba de otros dragones y huevos, estaba el pequeño heredero.

Una aventura que ideó para sus hermano, pero solo era un niño persiguiendo a un dragón, podría haber salido mal.

Y así será.―Baelon afirmó al final de la historia, adoptando una voz profunda imitando a su ahora guardia juramentado.

Las rosas infantiles de sus hermanos menores llenaron la habitación, con cada historia de su hermano mayor, Daeron, Aemond y Aegon confiaron en sus corazones infantiles que cuando crecieran serían como el mayor: valientes y feroces.

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