Capítulo 4 No es de extrañar que la madre de Emily sea tan estricta

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Emily Fields nunca había entrenado el día antes de una competencia, así que fue directo a casa después de la escuela y se dio cuenta de tres nuevos elementos que estaban sobre el islote de la cocina de piedra caliza. Había dos nuevas toallas azules Sammy de natación para Emily y su hermana Carolyn, justo a tiempo para su gran competencia contra Drury mañana... y había también un libro de bolsillo


titulado ¡No es justo!: ¿Qué hacer cuando pierdes a tu novio? Un post-it estaba pegado a la cubierta: Emily: Pensé que podrías encontrarlo de utilidad. Estaré de vuelta a las 6. -Mamá.


Emily hojeó distraídamente las páginas. No mucho después de que el cuerpo de Alison hubiera sido encontrado, la madre de Emily había empezado a sorprenderla con


pequeños ánimos, como un libro llamado 1001 Cosas para hacerte sonreír, un gran conjunto de lápices de colores Prismacolor, y una marioneta de morsa, porque Emily


solía estar obsesionada con morsas cuando era más joven. Después del suicidio de Toby, sin embargo, su madre le había dado solamente a Emily un montón de libros de


autoayuda. La señora Fields parecía pensar que la muerte de Toby era más dura para Emily que la de Ali, probablemente porque pensaba que Toby había sido el novio de


Emily.


Emily se hundió en una silla de la blanca cocina y cerró sus ojos. Novio o no, la muerte de Toby la frecuentaba. Cada noche, cuando se estaba mirando en el espejo


mientras se cepillaba sus dientes, le parecía ver a Toby de pie detrás de ella. No podía dejar de repasar esa fatídica noche cuando la había llevado a Foxy. Emily le había


dicho a Toby que había estado enamorada de Alison, y Toby había admitido que se alegraba de que Ali estuviera muerta. Emily había asumido inmediatamente que Toby era el asesino de Ali y había amenazado con llamar a la policía. Pero con el tiempo se


dio cuenta de cuán equivocada estaba, ya era demasiado tarde.


Emily escuchó los pequeños sonidos instalados en su casa vacía. Se levantó, cogió el


teléfono inalámbrico del mostrador y marcó un número. Maya respondió a un tono.


-Carolyn está en lo de Topher -dijo Emily en voz baja.


-Mi mamá está en una reunión de PTA. Tenemos una hora entera.


-¿En el arroyo? -Maya susurró.


-Sí.


-En seis minutos -declaró Maya-. Cronométrame.


Le tomó a Emily dos minutos salir por la puerta trasera, correr a través de su enorme,


resbaladizo césped, y sumergirse en el bosque hasta el pequeño arroyo aislado. Al lado


del agua había una roca lisa y plana, perfecta para que se sentaran dos niñas. Ella y


Maya habían descubierto el lugar del arroyo secreto hace dos semanas, y habían estado


escondiéndose aquí tanto como posiblemente pudieran.


En cinco minutos y cuarenta y cinco segundos, Maya surgió a través de los árboles.


Parecía adorable como siempre, en su simple camiseta blanca, su minifalda rosa pálido


y sus zapatillas rojas ante de Puma. A pesar de que era Octubre, se estaba casi a


ochenta grados afuera. Se había echado hacia atrás su pelo de la cara, luciendo su

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