Escritos de mis oc's

Troyer

Las luces brillaban con un resplandor elegante en la lujosa gala. Los asistentes, envueltos en trajes de alta costura y vestidos deslumbrantes, apenas notaban la presencia del escuadrón encubierto. Yulia, en su papel de modelo, se movía con la gracia innata de una profesional, atrayendo miradas de admiración. Troyer, más reservado, mantenía la mirada aguda, vigilando cada movimiento sospechoso mientras sus ojos felinos escudriñaban las sombras de la sala.

Una gran pantalla ocupaba el centro del salón, proyectando una secuencia de imágenes que mostraban la exitosa carrera de Yulia. Sonrisas y aplausos se extendían entre la multitud, celebrando la imagen pública de la modelo que ocultaba su verdadera identidad.

De repente, la pantalla parpadeó. La imagen perfecta se distorsionó, reemplazada por escenas de misiones encubiertas, informes clasificados, y su rostro, frío y determinado, en medio del caos. Un murmullo de desconcierto recorrió la sala. Troyer sintió un escalofrío recorrerle la columna. Algo iba mal.

Antes de que pudiera reaccionar, un disparo resonó en el salón, cortando el murmullo con un silencio mortal. Yulia, la mujer que había compartido tantas misiones con él, la mujer con la que había construido una conexión inexpresable, cayó al suelo. Un oscuro charco de sangre se extendía bajo su cabeza.

El tiempo pareció detenerse para Troyer. No oyó los gritos, ni vio a la multitud que se dispersaba en pánico. Solo tenía ojos para Yulia en ese momento, cuya vida se desvanecía rápidamente.

Con una fuerza que no recordaba haber tenido, Troyer trató de alcanzarla, pero una mano lo detuvo. Giró la cabeza, y la traición fue evidente en los ojos del que había creído su compañero. El traidor le sonrió con frialdad antes de clavarle un arma punzocortante en el cuello. Troyer no pudo emitir más que un gemido ahogado mientras el dolor irradiaba por su cuerpo. Intentó luchar, pero sus fuerzas lo abandonaban rápidamente. Él cayó al suelo al momento.

La visión de Troyer comenzó a oscurecerse mientras se ahogaba en su propia sangre. Las sombras, sus sombras, parecían perderse en la desesperación, incapaces de protegerlo. Con su último aliento, sus ojos buscaron a Yulia o alguno de sus otros compañeros una vez más, antes de que la oscuridad lo reclamara.