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- ¡Minho maldito desgraciado! ¡Te advertí que no te comieras todas mis galletas!

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- ¡Minho maldito desgraciado! ¡Te advertí que no te comieras todas mis galletas!. - grito enojado Hyunjin inflando sus mejillas.

- Tu ya estás gordo, mejor me las comía yo. - se burló el rubio entrando a la cocina solo en bóxer. Si Hyunjin no lo odiara tanto seguramente se abría sentido atraído por el dios griego que era. lastima que lo odiaba.

- ¡Gordo mi trasero! - le lanzó una cuchara de palo la cual el chico agarro en sus manos con agilidad.

- También - río Minho viendo cómo la cara de Hyunjin se ponía roja del enojo.

Minho tenía 24 años y se encontraba terminando su carrera de arquitectura. Al contrario de lo que su madre quería, estudió lo que amaba, incluso si eso le costó perder el apoyo de su mamá. Era lo que amaba y esta vez no se dejaría influenciar por la voz imponente de su madre. Trabajaba como tatuador para poder mantenerse. No sabía porque pero sentía cierto odio hacia su compañero de cuarto, aunque también tenía que admitir que molestarlo era divertido porque al enojarse Hyunjin era una cosita adorable.

Hyunjin tenía 23, estudia Literatura en la misma universidad que Minho. Trabajaba editando novelas para una editorial y aveces en una librería, dependiendo que era lo que su jefe necesitaba. Amaba leer, amaba los libros, le encantaba escribir, su sueño más grande era escribir un libro. El rubio y sexy que vivía junto a él, le encantaba sacarlo de quicio, era su actividad favorita al parecer ya que siempre encontraba algo para molestarlo.

- ¡Hijo de tu madre!. - chillo furioso comenzando a corretear ha Minho por todo el departamento, el rubio era rápido y Hyunjin tenía un mal estado fisico así que no pudo alcanzarlo.

Se detuvo intentando recuperar el aire. Algún día lo atraparía y sería el mejor día de su vida.

- ¡Uuuuh! ¡Mis garritas están que arden, amigos! ¡Y de puntitas, puntitas...!. - comenzó a saltar en las punta de sus pies burlándose.

Hyunjin le lanzó una mirada furiosa. Cuando le haga efecto el gimnasio el maldito se iba tragar sus palabras, y bueno, cuando Hyunjin empezará a ir al gimnasio también.

- ¡Dios mío! ¡Ojalá tengas diarrea!. - respondió enojado. Volviendo a caminar hacia la cocina pero un llanto detuvo sus pasos.

Ellos no recordaban tener vecinos con hijos. La mayoría de los que vivían en el edificio eran universitarios sin hijos, y el llanto que escucharon era definitivamente de un niño.

- Hyunjin. - lo llamo.

- ¿si?

- Creo que por fin diste a luz.

Hyunjin le lanzó un cojín enojado. Minho hacia bromas sobre Hyunjin embarazado siempre desde que se enteró que esté podía hacerlo.

- Cállate imbécil. - le regañó. - ¿Recuerdas haber visto algún niño por aquí?.

Padres || Hyunho Donde viven las historias. Descúbrelo ahora