Capítulo 1: El anillo perdido en el océano

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Izuku Midoriya se encontraba en la cubierta del lujoso yate, con el corazón pesado y los ojos cargados de una tristeza que no lograba expresar en palabras. Al mirar hacia la costa, veía cómo su hogar, esa pequeña ciudad costera donde había crecido, se desdibujaba en la lejanía. Sabía que ese sería su último vistazo. El viento marino acariciaba su rostro, pero en lugar de reconfortarlo, le recordaba el vacío que sentía. El mundo alrededor suyo continuaba moviéndose, mientras él, atrapado en una jaula dorada, se hundía más y más en su propia desesperación.

Se llevó la mano al pecho, donde el anillo de compromiso, frío y metálico, reposaba sobre su corazón. Un símbolo de una promesa que no había querido hacer. Una promesa que le había sido impuesta.

Shoto Todoroki era el hombre con quien estaba destinado a casarse. "Destinado" no por elección propia, sino por los deseos de sus familias. Shoto era el heredero de un imperio, un hombre de poder y control. Desde que el peliverde había sido presentado como su prometido, todo había cambiado en su vida. Ya no era dueño de su propio destino; cada decisión, cada paso, estaba dictado por las órdenes y expectativas de Shoto.

—Debes comportarte —era lo que el medio albino siempre le repetía, con una voz fría como el hielo—. Siempre en silencio, Midoriya. No hables a menos que te lo permita.

La frialdad de Shoto era un abismo sin fin, un espacio donde Izuku nunca encontraba calor ni cariño. Al principio, se había convencido de que con el tiempo, el amor podría crecer entre ellos. Después de todo, los matrimonios arreglados a veces funcionaban, ¿no? Pero la realidad era muy distinta. Shoto nunca lo miraba con afecto. Era distante, calculador, tratándolo más como una pieza en su juego de poder que como a una persona.

El pecoso había intentado mantenerse firme, buscar algo de felicidad en las pequeñas cosas, pero la tristeza lo consumía lentamente, día tras día. Se sentía cada vez más atrapado, como si estuviera viviendo la vida de otra persona, una vida que no le pertenecía. En cada evento al que asistían juntos, debía permanecer a su lado, callado, sonriendo para mantener las apariencias. Y cada vez que intentaba ser él mismo, cada vez que deseaba hablar, Shoto le cortaba con una mirada fría y un susurro controlado:

—Silencio.

...

..

.

El día del baile de compromiso fue la culminación de su desesperación. La ceremonia había sido grandiosa, llena de personas importantes del mundo de la política y los negocios. Las luces del salón brillaban como estrellas, y la música elegante llenaba el aire. Izuku, vestido con un traje perfectamente confeccionado para la ocasión, había sentido el peso del compromiso más que nunca.

Durante toda la noche, Shoto lo había mantenido cerca, sin decir mucho. Los invitados los miraban con admiración, pero no había nada real en las sonrisas que compartían. Era solo una máscara, una farsa que ambos mantenían por el bien de sus familias. Izuku sabía que debía sonreír, asentir cuando alguien le hablaba, mantenerse en silencio cuando Shoto decidiera hablar en su lugar.

Entonces llegó el momento que lo rompió por completo.

Habían intercambiado los anillos, sellando oficialmente su compromiso frente a la multitud. Izuku se sintió vacío al deslizar el anillo en el dedo de Shoto, como si estuviera firmando su sentencia de vida. Pero lo peor ocurrió después, cuando la multitud aplaudió y las celebraciones continuaron.

El heterocromático, en un gesto que parecía inocente a los ojos de los demás, se disculpó y dejó a Izuku solo por unos momentos. Sin embargo, fue entonces cuando el peliverde, sintiendo una inquietud creciente, decidió seguirlo discretamente. Lo que vio detrás de las cortinas, en las bambalinas, destrozó lo poco que quedaba de su corazón.

Corazón de Tritón: La profecía que unió dos almasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora