Eva condujo a través de la carretera serpenteante, observando cómo la niebla envolvía el paisaje como un sudario. La atmósfera opresiva del lugar la hacía sentir incómoda, pero no iba a dejarse intimidar por una simple sensación. Estaba decidida a escribir el artículo que la catapultaría al éxito, y sabía que una buena historia de misterio sería el detonante.
Al llegar al pueblo, lo primero que notó fue el silencio. Un silencio antinatural, como si incluso los animales se negaran a romper la quietud. La gente la miraba de reojo, con expresiones que oscilaban entre la curiosidad y el miedo. Eva se instaló en una pequeña posada, regentada por una anciana llamada Clara, quien le advirtió que se mantuviera alejada de la casa en la colina.
—Ese lugar está maldito —le dijo Clara con voz temblorosa mientras le entregaba la llave de su habitación—. Nada bueno ha salido de allí. Los que han ido nunca han vuelto los mismos, si es que han regresado.
Eva sonrió con amabilidad, pero desestimó la advertencia como otra leyenda local. La casa sería su destino al día siguiente.
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El susurro de las sombras
TerrorEn una pequeña y aislada aldea, donde el sol apenas se asoma entre las montañas y la niebla nunca desaparece del todo, hay una casa abandonada en la cima de una colina. Nadie en el pueblo habla de ella, pero todos saben que está allí, vigilando en s...