ONE SHOTS de HIMEJIMA GYOMEI

La chica de la casa del placer

- Ya sabes ______, si no consigues varios clientes esta noche el dueño te mandará a llamar, y ya sabes lo que eso significa...- la que hablaba era la Madame, era quien organizaba todo en la casa del placer en la que trabajaba. Ella me había estado advirtiendo de que mis ganancias no eran muchas y de que al dueño no le gusta eso.

Estoy asustada, no es como si me gustará este trabajo, es más lo odio, pero no tuve alternativa. Mis padres me vendieron aquí cuando tenía apenas 15 para saldar sus deudas, ya llevo 3 años trabajando aquí, tengo que ofrecer mi cuerpo hasta poder saldar esa deuda y recién ahí seré libre. Mientras tanto debo seguir juntando dinero y para ello debo complacer los deseos carnales de los tipos que vienen. El problema es que si alguna de las jóvenes no cumple con la cuota mínima por semana es mandada a llamar por el dueño... No sé quién es, nunca lo he visto, solo sé que está en el piso superior y que quien va a verlo nunca vuelve, así que prefiero seguir haciendo mi trabajo antes que desaparecer en manos del jefe.
Me coloco la lencería que resalta mejor mis atributos, me coloco un fino kimono encima y salgo hacia el salón en dónde están mis compañeras. Allí esperamos a que vengan los clientes y les ofrecemos nuestro servicio. Esta noche es particularmente tranquila, no había muchos hombres, y los pocos que habían ya estaban reservados por mis compañeras más hábiles en la tarea de seducir.
En cierto modo estaba aliviada, pero a la vez intranquila, debía conseguir dinero a como dé lugar sino Madame se molestaría conmigo.
De repente la puerta de la casa del placer se abrió de golpe y aparecieron dos hombres de uniforme, uno de ellos era un jovencito que parecía de mi edad, llevaba pantalones y camisa negra como de un uniforme de alguna agrupación que no conocía, y parecía estar muy nervioso, pero lo realmente sorprendente fue el hombre que entró después que él, ya que tuvo que agacharse para pasar por el umbral de la puerta, era sumamente alto, llevaba el mismo uniforme que el muchacho pero encima tenía un haori de color verde con algunos símbolos, en sus manos llevaba un rosario de cuentas rojas al igual que en su cuello y al ver su rostro tenía una cicatriz que surcaba toda su frente de un lado a otro, se notaba a la legua que era un tipo fuerte.
Al ver a dos potenciales clientes Madame se acercó a ellos y comenzaron a hablar, al parecer llegaron a un acuerdo pronto, al más joven lo escogió a una de mis compañeras y se lo llevó a las habitación mientras el joven se ruborizada y miraba el suelo, yo trague saliva, solo quedaba el grandulón, me intimidaba acostarme con un tipo tan grande como él, temía que fuese violento, pero no tenía opción, necesitaba el dinero.
Tomé aire y me acerque a él apoyando mis manos sobre su fuerte brazo, el giro su rostro hacia mí y pude notar que sus ojos no tenían pupilas, al parecer era ciego.

- ¿Le gustaría que yo le haga compañía esta noche, señor?- el sujeto se tensó de inmediato, parecía dubitativo por lo que agregué,- quizá no pueda verme pero le aseguro que tengo buenos atributos y puedo complacerlo adecuadamente... -dije mientras acariciaba su pecho, pero para mí sorpresa él sujeto mi mano y la quitó con tranquilidad.

- ¿Podemos ir a un lugar más privado a hablar?- pregunto con su voz grave que me estremeció por completo.

- ¡S... sí, claro! Sígame...- lo tome de su mano y conduje con cuidado hasta la habitación, en el camino mis otras compañeras me miraban de reojo, creo que estarán celosas ya que a algunas de ellas les gustan los hombres bien dotados y no me cabe la menor duda que este tipo lo es.

Una vez que entró cerré la puerta y lo hice tomar asiento sobre el futon que había en el medio. Él estaba totalmente tenso, parecía como uno de esos chicos que viene por primera vez aquí, son sumamente tímidos.
Decidí que para relajarlo primero debería hacerle un masaje, así que me quite mi kimono y me acerque por detrás apoyando adrede mis pechos contra su espalda y como supuse de inmediato se crispó.