cuando Ed Westwick, uno de los criminales más buscados en todo Estados Unidos, le convocan para el secuestro de cinco chicas millonarias en las vegas, no duda ni un segundo en aceptar la oferta.
Lo que jamás llegó a pensar, fue que se enamoraría de...
- La quiero a ella. - Señaló con el dedo una de las dos rubias que sobresalían entre las cinco. Todas comenzaron a sollozar, completamente asustadas. Ed le ayudo a ponerse de pie y se la entrego a Ryan.
- Yo quiero a ella. - Dijo Chas, señalando a la morena de en medio. Ed hizo lo mismo, quitándose de encima a dos de las cinco mujeres.
- Yo quiero a la última. - Señaló Alex. Ed le ayudo a ponerse de pie, y se la entrego igualmente a Alex. Quedándose solamente con dos mujeres.
- Yo a ella. - Sentenció Nick, señalando con la punta de su dedo índice a Hera. Fijándose minuciosamente en el bonito escote que tenía su blusa.
- No. - Negó Ed. - Ella es mía.
- ¿y desde cuándo tú eliges?.
- He hecho la mayor parte de esta maldita misión. Lo justo sería que yo me la llevara. - Le dijo Ed. De alguna manera su sentencia tenía fundamento, pues Hera manejaba más cuentas bancarias que las demás.
- Vale, vale. - Contesto Nick, fastidiado. - Me llevo a la otra.
Y al cabo de dos minutos, cuatro hombres tenían a cuatro mujeres junto a ellos. Cuatro secuestradas. Con la intención de hacer que cada una de ellas roben a sus propias familias, accediendo a las cuentas bancarias. Cada hombre se iría con una de ellas a distintos lugares del mundo. Para no poder ser encontrados jamás. Y volver con las manos llenas de dinero y con sus secuestradas tres metros bajo tierra.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Ed cerró la puerta, su destino era París. Partiría desde las vegas esa misma noche, antes de que se hiciera publica la desaparición de Hera y comenzarán a investigar. Se volteó, ahora se escuchaba tan solo el apacible silencio entre los dos. Sentía los bonitos ojos de Hera sobre él, observándolo, todo el tiempo.
"¿Que más quieres mirar nena?", sonrió ante su mal pensamiento. ”¿Quizás un poco más abajo?".
- ¿Que miras?. - Le preguntó. No obtendría respuesta, pues Hera tenía su boca tapada. Se acercó a pasos lentos hacia ella. Pudo darse cuenta de lo asustada que estaba cuando sintió que empezaba a temblar, cada vez que estaba más cerca de ella. - ¿Por qué el miedo?. - Le preguntó, soltó el pañuelo que ataba sus labios. Hera soltó un suspiro.
- ¡Dejame salir de aquí imbé...
- Hey, hey. - Posó sus manos sobre los labios de Hera. Ella, al no poder defenderse solo se quedó callada. - No se insulta al jefe linda.
- No me digas linda. - Le pidió ella. Enojada. Ed sonrió. Que bonito carácter tenía.
- ¿Cómo te llamo entonces?. - Aprovechó que aún se encontraba atada de manos y pies. - ¿Fea?.
- Van a encontrarme. - Le dijo ella. Y eso pareció molestar a Ed más de la cuenta, cambiándole por completo el ánimo.
- ¿Enserio piensas que será tan fácil para ellos hacerlo preciosa?.
- No me digas Precio...
- Te estoy hablando. - Le dijo firme. Hera se quedó callada. - No lo es conmigo ¿Entiendes? Acostúmbrate. Ningún estúpido policía va a encontrarte mientras estés conmigo. Estás con el mejor.
De pronto una leve oleada de deseo invadió a Hera al escuchar esas palabras. Observo a Ed, completamente hipnotizada por esos ojos color miel que recién empezaba a ver, al igual que su cabello castaño, una combinación perfecta con su piel. Unos bíceps ligeramente cubiertos por una capa de sudor. Unos labios rosados, deliciosos con solo verlos.
- El mejor secuestrador de todos ¿Me escuchaste?. - Ed la miró a los ojos. - Y te irá mejor si no intentas nada preciosa, no querrás conocerme de verdad. - Le advirtió. - Alístate. - Le dijo por última vez. - Nos vamos a Francia.
¿Acaso podemos juzgar a Ed? Solo mírenlo.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
