Capitulo 27

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Dedicado a Nana-2008

Una madre debe tener carácter aún siendo dulce. Las madres que hacen todo para mantener a sus hijos felices deben poner límites para que el niño o niña no termine malcriado.

Yo, siendo madre tan joven, tuve que aprender eso. Debía ser dulce con Anny pero decirle «No» cuando era necesario. No me consideraba la madre perfecta—pues creo que eso no existe—pero daba todo de mi para, al menos, ser aceptable en el trabajo.

Mantenía un equilibrio.

Dulce pero, cuando era necesario, debía poner firmeza.

Complaciente, no obstante, también debía poner límites.

Sobreprotectora sin llegar al exceso.

Solo había una cosa a la que no podía resistirme.

Las lágrimas.

Si estaba enfadada, cosa que no era muy frecuente, y Anny había hecho algo potencialmente malo, las lágrimas no me ablandarían. Sin embargo, en situaciones como está (Anny llevaba dos días sin ir al parque debido a su gripe), era imposible ser inmune a unos ojos azules tan llenos de vida e inocencia, sus mejillas enrojecidas y las lágrimas bajando como una cascada hacían que mi corazón se partiera en dos.

— ¡Mami, por favor!— decía mientras estaba en mi regazo, abrazándome. Solté un suspiro y acaricie su cabellera rubia.

— Anastasia, te estás recuperando del resfrío. ¿Qué pasaría si vuelves a enfermar?

— ¡No lo haré! ¡De verdad, lo prometo!— se separó para mirarme a los ojos. Su nariz también había adquirido un tono rojizo.

Rode los ojos y solté un nuevo suspiro. Era terca, muy terca. Y sabía que su insistencia no se debía al hecho de que se muriera por salir de casa, sino que quería ver a su amigo. A Deneb.

— Bien.— solté. Ella me miró con ojos brillosos y sonrió. Abrió la boca para decir algo pero puse un dedo en sus labios para aclarar—: Iremos pero no vas a jugar con la arena. Tampoco quiero que te agites mucho y te pondrás tu cazadora por si hace frío.

— ¡Sí, sí, sí, sí! ¡Eres la mejor mami del mundo!

Sonreí y le di un beso en la frente. La familiar sensación de calidez inundó mi pecho al oírla. Al final, sí estoy haciendo un buen trabajo como madre.

Luego de ambas darnos una ducha y vestirnos apropiadamente salimos hacia el estacionamiento a buscar el coche. Maddy había aprovechado para seguir en busca de una buena persona para que cuidara a Anny mientras ella estudiaba.

Anny subió al auto apresuradamente y se colocó el cinturón de seguridad. Podía notar su euforia y la impaciencia que mostraba cada vez que nos deteníamos en un semáforo. Al llegar al parque ella bajo y corrió en dirección a los juegos de los niños un poco mayores. La seguí sin decir nada sonriendo ante la alegría que irradiaba.

— ¡Deneb!— gritó con una pequeña sonrisa. Se lanzó hacia el niño hasta que éste la atrapó en un abrazo.

— Anny, creí que ya no vendrías. Ayer te estuve esperando y no llegaste.— menciono el niño separándose. Era mucho más alto que Anny pero, aún así, él se las arreglaba para estar a su altura. Sus ojos verdes se dirigieron a mi en el momento en que me detuve frente a ellos, me miró con sorpresa para luego levantarse y hacer una reverencia—. Buenas tardes, señora Nia.

— Buenas tardes Deneb, ¿Cómo has estado?— pregunté. Sus mejillas enrojecieron un poco y murmuro un «Bien, gracias». La verdad, me preguntaba porque siempre era tan educado, no es que estuviera mal, pero parecía un pequeño niño de la realeza. Sus modales eran muy finos, sus padres debían ser personas importantes—. Un pajarito me contó que has estado jugando con Anny todos los días. Que son buenos amigos, ¿Es eso cierto?

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