Capítulo 4

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POV Max

Estaba dirigiéndome hacia la oficina de Christian cuando escuché unas voces en el pasillo. Eran chicas del staff de Red Bull. Iba a pasar de largo, pero retrocedí al escuchar algo que llamó mi atención. La voz Hana. Estaba con ellas. Me mantuve en un lugar fuera de la vista de las chicas, pero lo suficientemente cerca para escucharlas.

— ¿Entonces el jefe te regaño? — pregunto mi estratega de carreras.

— No para nada— negó Hana sonriendo. — Bueno, si me aconsejo que tenga cuidado con mis palabras, ya puede resultar en una multa para el equipo. Pero en general me felicito por mi trabajo allá afuera. Esos periodistas son de lo peor.

— ¡Fue hermoso! — dijo otra miembro de nuestro equipo eufórica. —Cómo defendiste a Max frente a todos. Nadie lo había hecho como tu. Confiésalo ¿Te gusta, Max, cierto? Él es un chico muy atractivo. Tú y él harían una hermosa pareja.

Sonreí por su absurda pregunta y suposición. Pero se me hizo interesante saber qué respondería Hana.

— ¿Él a mí? — rio negando y me ofendía por su ironía. —No, está claro que no. Créanme, no es para nada mi tipo. Jamás lo sería. Es más, si me dejan confesarles un secreto: no me gustan los chicos de ojos claros. Prefiero los ojos oscuros o marrones. Esos son más mi tipo. Además de caballerosos y atentos.

— Es una lástima porque son dos polos opuestos pero creo tú lo complementarías perfectamente. Max es un gruñón y tu un ser de luz y optimismo. Serían el perfect match.

Ella solo siguió riendo negando. ¿Así que no era su tipo?


POV Hana

Instalarme en Mónaco había sido un caos. Más aún porque ya habían llegado las máquinas que usaría para las terapias con Max. De hecho, llevaba días sin verlo. Había acondicionado un cuarto espacioso para tener todo listo para las sesiones en el departamento que me habían proporcionado. Según Christian, quedaba muy cerca de la residencia del rubio, así que no tendría excusas para venir a diario cuando no estuviera acompañando las carreras.

Su equipo debía quererlo mucho, ya que no habían escatimado en gastos trayendo las mejores máquinas especializadas para su rehabilitación. Ni siquiera en la clínica de Rous, tenían la última máquina CPM de mano y muñeca y ellos habían logrado conseguirla. Me emocionaba saber que habían prometido donarlas al proyecto África en cuanto Max estuviera totalmente recuperado. Este último, no tenía nada que envidiar a llevar su tratamiento en una clínica.

Estaba terminando de desempolvar alguna de mis cosas cuando escuche timbrar mi teléfono. Era una llamada entrante.

— Mi linda, Hanita— dijo aquella voz que conocía perfectamente. Era el doctor Rous.

— Capitán— sonreí al escucharlo. Llevaba días sin hablar con él por el desfase horario y el trabajo con Max.

— ¿Cómo estás, mi niña? ¿Qué tal todo en el mundo automovilístico? — rio al decirlo.

— Caótico — le respondí automáticamente. —Pero estoy tratando de acostumbrarme gracias a ti— me quejé y el rio.

— Hanita, te llamé porque vi tu entrevista— cambio su tono. —Fuiste una fiera con ellos, niña — medio me acuso pero después rio. — Solo quiero recordarte que siempre debemos limitarnos a responder profesionalmente. Por más empáticos y cuan bien nos llevemos con nuestros pacientes, no debemos cruzar la línea. ¿Lo sabes, cierto?

Rous, jamás me había hecho hincapié en ello. Siempre había tenido un trato netamente profesional con todos mis pacientes sin quitar la amabilidad de por medio, por ello me parecía extraño que me lo recalcara. Quizás sí me había sobrepasado en la entrevista.

Healing together  [MAX VERSTAPPEN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora