XII

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Después de esa noche, mi sirvienta me informaba que el señor quería cenar conmigo, fue raro en ese entonces y incómodo pero siguió siendo así las noches siguientes, y después de una semana se volvió costumbre cenar con el.

Aunque siempre había un silencio ya que ninguno hablaba, o mas bien de que íbamos a hablar, era obvio que hablar no traería nada bueno, y sólo molestaría al hombre, que mientras comía tenía el rostro calmado y sus ojos rojos como rubíes, estaban fijos en el plato.

Yo también sólo podía mirar el mío, ya que era algo incómodo ver cómo en su plato, la carne que se encontraba, era de origen humano, algo comprensible ya que su naturaleza es comerlos, pero aunque yo sea un demonio es algo que no puedo soportar ver, así que mantengo mi mirada en mi plato donde hay frutas que ese hombre siempre manda buscar para mi, por obvias razones, ya que no comparto su naturaleza.

Hoy era una de nuestras cenas matutinas, donde como siempre, había ese silencio algo incómodo, que ya caracterizaba el ambiente entre nosotros.

Quería romper el ciclo, el desde la ultima vez en mi habitación, no volvió a ir, no entiendo que sucedió y no es como si quiera que fuera.

Elevó la mirada, y la bajo de inmediato al ver que me estaba observando, mis nervios nose hacen esperar, pero no quería quedar como cobarde así que elevó la mirada.

-¿Que pasa ?- pregunto el, bajando el tenedor y cuchillo, y mirándome directamente con una mirada que parece analizarme.

- no, nada, solo estaba pensando- lo miro directamente

- ¿Que es eso que te tiene tan pensativa?- dice el

Mis ojos evitan su mirada, pero después de unos segundos vuelvo a levantar la mirada, intentaré sacar un tema de conversación para ligerar el ambiente.

- tengo una pregunta - digo mientras llevo una uva a mi boca, y sus ojos siguen mis movimientos, con mucha atención-

- soy todo oídos, ¿cual es tu pregunta ?- dice el, se sentía intrigado por la pregunta que su esposa le haría

- ¿cual es tu motivo ? ¿Que ganas siendo el villano de la historía- digo sin miedo, mirándolo fijamente

- tengo que tener motivos, qué tal que me gusta ser el malo, no le envidio nada a lo bueno, ¿porque que gano siéndolo?, nunca he pensado en sacrificarme por alguien y nunca lo haré. Que tiene bueno ser alguien amable y bondadoso.

- tendrías personas que te aman, y que nunca te dejarían solo, ser alguien malvado, no te asegura nada bueno, porque no cambiar, para mejor - digo

- ¡De que sirve tener personas que te amen!, nunca he necesitado nada de eso, por favor no digas ridiculeces, no trates  de nublar mis pensamientos, con tus palabras morales, yo soy como soy, y eso no cambiará ni hoy ni nunca- dice el, dando un fuerte golpe en la mesa

- no trato de cambiarte, es obvio que eso no funcionaría, sólo te di mi punto de vista- digo con un tono fuerte

- tú punto de vista es una gran ridiculez, soy el malo que no le envidia nada ha lo bueno, no soy como esos cazadores que se sacrifican por esos miserables humanos- dice

Me quedo en silencio, es imposible intentar razonar con el, es como hablar con una roca, así que sólo respiro profundo y como lo que resta de mi plato.

El al terminar sale, dejándome sola, en el comedor, yo después de un momento, salgo, extraño a mi hermano, pero ya decidí desistir de mis intentos o esperanzas, pero y si el sigue buscándome, el no sabe que tome esta decisión, seguro debe estar preocupado, debo al menos mandarle una carta diciéndole que no se preocupe, y que estoy bien, siento que es mi deber, el me ha protegido todo este tiempo, no puedo dejarlo solo así nada más .

Salgo en busca de alguien a quien pueda persuadir,me encuentro con un demonio quien iba de salida, o eso escuche mientras habla consigo mismo, de cuantas personas iba a matar y cosas así así que disimuladamente lo llamo

La reina demonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora