Cerámica.

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Su mirada hizo el mismo recorrido desde hacía cinco minutos; de las tazas y pinceles a Chiara que la miraba expectante a una respuesta y vuelta al despliegue de materiales que descansaban sobre la mesa.
Tenía clara su respuesta desde que la medio inglesa sacó la libreta con la lista de cosas que tenían que hacer juntas como escudo a sus posibles protestas y, sin embargo, saboreó unos segundos más la respuesta final.

— ¿Sabes que no tenemos donde dejarlas, verdad? — formuló en voz alta con una sonrisa—. Tendríamos que llevarlas siempre con nosotras.

— No veo el problema... Es una forma de que te acuerdes de mí cuando tengas que volver a casa. —un ligero puchero por su parte y Violeta ya había terminado por ceder. Le gustaría decirle que no necesitaba una taza decorada por ella para no olvidarla. Podría confesar que, junto con la carpeta de las miles de fotos de fans, tenía una dedicada a ella, pero eso sería un poco raro—. Pero si no quier–

— Claro que quiero tonta, solo estaba haciéndome la difícil. Entonces, ¿yo decoro tu taza y tú decoras la mía? — el rápido asentimiento por parte de la contraria terminó por sacarle una carcajada. ¿Puedes ponerme un poco más complicado el enamorarme de ti, por favor? pensó mientras se sentaba con las piernas cruzadas en mitad del suelo del hotel, frente a aquella actividad. — Vamos supernena, quiero terminar antes de cenar.



Violeta volvió a apretar los labios en un intento bastante malo de aguantar la sonrisa que amenazaba por hacer acto de presencia de un momento a otro. Cuando pensó en que por fin tenía unos días libres antes de volver a toda la promo que tendría que hacer –incluso si siempre se olvidaba de compartirla en redes– jamás pensó que su tarde de relax consistiría en pintar una taza en medio de una habitación de hotel con Chiara. Si era sincera, no esperó nunca que su tarde consistiera en distraerse cada cinco minutos mirándola mientras ella se esforzaba en pintar la superficie blanca de la cerámica.

––¿Sabes qué eres muy graciosa con la lengua fuera mientras pintas? — dijo un segundo antes de ser consciente realmente de lo que acababa de salir de su boca. Menuda pillada pensó antes de volver a centrarse en que la cereza de su taza se pareciese mínimamente a la que llevaba tatuada en su piel. Quiere creer que no la ha escuchado, que está igual de centrada que ella en decorar aquella taza con cosas que le recuerdan a ella. Error.

— What? — preguntó confundida la contraria escondiendo de nuevo la lengua en su boca—. Uy, perdón, que he vuelto al inglés. Yo no saco la lengua, no sé de qué me hablas, Violeta. — Mentira, claro—.

— ¿Cómo que no? Vamos si hace nada estabas así ¿eh? pero literal. — la imita. Y además lo hace exageradamente mal solo por escuchar como se mete con ella. Se pone la taza a dos centímetros de la cara, saca la lengua y bizquea. Sólo obtiene una carcajada. Ella le entrega todas las mariposas que le revolotean en el estómago. —. O sea, no exagero, estabas así.

— Es que quiero que quede bien, ¿sabes? No como otr– What the fuck are you doing? I'm gonna kill you. —Violeta se deja llevar. De hecho, es bastante fácil dejarse llevar a su lado. Es por eso que vuelve a pasar el pincel manchado de verde por la mejilla de la morena soltando una carcajada.

— Uy. ¿Qué no eres una taz– ¡Te mato, te mato, te juro que te mato! —gritó cuando en venganza ella decidió hacer lo mismo con su cara.

— Pero...¡Tendrás morro! Si has empezado tú — y otra pincelada seguida de una risa. Y ella siente que se muere por dárselo todo. Por el momento, le da lo que tiene, lo que puede y espera que no pida más. La idea de hacerle daño a alguien mientras se ríe y trata de esquivar el pincel en su piel –sin mucha oposición– es algo que no quiere plantearse en esos momentos. Se dedica a molestarla, a escuchar como Chiara le dice que la pintura no se va a ir y como a la vez que le recrimina esto le dibuja una "C" en la mejilla.

— Te has quedado embobada...— murmura Chiara en un momento de tregua. Tiene razón, se ha quedado completamente perdida en ella. En la forma en la que tiene la cara repleta de pinceladas de todos los colores. En la manera en la que Violeta no perdió el tiempo en hacerle una "v" en pequeño al lado del "I kissed a Girl" más feo y peor escrito de la historia.

— ¿Eh? — acierta a decir. Parpadea ligeramente, se esfuerza por volver al mundo real pero solo la sigue teniendo enfrente y sabe que tiene la posibilidad de no romper nada de aquello—. Es que te tengo tan cerca que con las gafas no enfoco mucho. — un movimiento rápido y las gafas terminan donde todas esas intenciones de no arriesgarse; en el suelo de cualquier manera y sin importancia.

— ¿Mejor? — susurra la morena. Lo hace como si hubiese cruzado una línea que lleva borrada días. Habla con la boca pequeña como si aquello fuese uno de los mayores atrevimientos que se han realizado a lo largo de la historia.

Es ahí cuando la pelirroja decide que nunca ha sido tan fuerte. Tampoco sabe quién es la primera persona que acorta la distancia cuando nota como sus narices se rozan y como aquel perfume que usa inunda sus fosas nasales paralizando a su paso el resto de sentidos excepto el tacto. Siente las yemas de sus dedos rozarse con las de Chiara y reza para que esta vez sepan darse las manos. Los labios entreabiertos terminan por ser cubiertos. Jamás dirá que no se atrevió a dar el paso y tuvo que esperar a que fuese la medio inglesa quien se lanzó. Tampoco dirá quién perdió primero el control de la situación y empezaron a chocar contra todas las paredes de la habitación en un intento por acorralar los miedos y las ganas.
Tampoco sabe si es ella o Chiara la que cuela primero las manos bajo la camiseta de cada una.

Un mordisco certero a su labio inferior, una mirada clara que no le pide más de lo que sabe que puede dar. Las mariposas que se escapan por su pecho y lo llenan todo de poesía cuando la vuelve a besar con calma.

— A la ducha, estás llena de pintura. — murmura contra sus labios volviendo a besarla sin dejarla responder. Sabe que puede dejarla ir, que la va a acompañar al baño y, sin embargo, es ella misma la que a trompicones y besos erráticos termina por alcanzar el servicio.

— ¿Y las tazas? — pregunta al aire Chiara.

— Luego lo vemos, quiero llevarte en la piel Kiki. —y de nuevo, el sonido de aquella risa por la que podría llegar a morir. 

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hooooola, espero que os esté gustando, un besito muy fuerte pa' vosotras y que ganitas de Libertá <3 



Mis letras para ti.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora