Martin no podía dormir, llevaba más de dos horas dando vueltas en la cama y estaba al borde de volverse loco. El brillo de la pantalla de su móvil le hizo retroceder un poco, cuando sus ojos se acostumbraron a la luz, vio que tan solo eran las tres de la mañana, y que era probable que no conciliase el sueño hasta dentro de horas, si es que lo conseguía. Así que sacó de su armario una sudadera y se la puso por encima del pijama, dudaba que hubiera mucha gente por el parque donde solía ir a estas horas.
Procuró no hacer ruido al pasar por delante de las habitaciones de sus amigas, aunque sabía que a lo mejor tampoco dormían.
Se miró en el espejo del ascensor, ¿quién iba a pensar que hacía tan solo unas horas estaba en una alfombra roja? No se había fijado en el mal aspecto con el que había dejado su casa, así que con sus manos intentó ordenar un poco su pelo y se frotó los ojos intentando despertarlos y hacer que parecieran menos tristes.
Subió el volumen de sus auriculares al máximo, haciendo lo posible para evadirse del mundo y para ignorarlo. El parque de las estrellas, como le había bateado Martin, no quedaba muy lejos de su casa y aunque normalmente la caminada hasta allí se le hacía pesada, pero esta vez disfrutó de poder estar un rato solamente andando, concentrándose únicamente en la música que retumbaba por sus oídos.
Estirarse en la hierba siempre le daba paz, al quitarse los auriculares pudo admirar el silencio que había en el parque, como estaba bastante alejado del ajetreado centro de Madrid, el ruido del ocio nocturno era lejano y ese ruido vacío le dejaba pensar con claridad, o en esta ocasión buscar esa paz, esa tranquilidad que le era tan difícil encontrar desde hacía algunos días.
Desde que le habían ofrecido aquel proyecto en Francia, llevaba comiéndose la cabeza día y noche, sin poder llegar a una conclusión definitiva. Claramente, ir a Francia, actuar allí, le daría a conocer más internacionalmente, además de que el director para el que trabajaría era mundialmente conocido, eso era el futuro perfecto, el sueño de cualquier actor, ¿verdad? Tendría que haber aceptado en el mismo momento que le ofrecieron el papel, pero se lo tenía que pensar bien, muy bien, y ahora tenía solamente dos días más para dar una respuesta a la agencia. Pero pensaba en su familia, sus amigas, sus compañeros a los que tanto cariño había cogido, tenía su vida montada aquí en Madrid, suficientemente difícil, había sido tomar la decisión de mudarse aquí dos años atrás.
Cada día eran las mismas dudas, las mismas preguntas, las mismas inseguridades, a las que no parecía encontrar respuesta.
Por otro lado, en la otra punta del parque, sentado en un banco, mirando distraídamente el móvil, estaba Juanjo, que a pesar de estar muerto y agotado, no conseguía pegar ojo. Había salido con la excusa de que le faltaba tabaco, aunque dudaba que sus compañeros se lo hubieran creído hacía más de una hora, cuando había salido del piso.
Había empezado a caminar sin tener un destino fijo, nunca venía por esta parte de la ciudad, ya que desde su casa era un buen rato andando, pero necesitaba despejar la mente, y estar sentado no le ayudaba mucho, pero no quería adentrarse en el parque, pues no conocía como era, y nunca lo aceptaría en voz alta pero la poca iluminación que había con los altos árboles que llenaban el recinto le aterrorizaban y no se podía llegar a imaginar la de cosas que se encontraría.
Al ver que se había acabado el tercer cigarrillo desde que había salido de su casa, decidió levantarse y empezar a adentrarse en el parque, que le sorprendió lo grande y bonito que era, aun siendo de noche. Había pequeños estantes de vendedores, algunos juegos para los niños y un estanque donde ahora solo se escuchaba el ruido del agua movida por el suave viento que pasaba.
Se acercó a una zona más vacía, con tan solo unos pocos árboles, iba a sentarse en el césped, cuando en el último árbol había dos chicas, esto le hizo dar media vuelta.

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Podríamos ser eternos {martin&juanjo}
FanfictionMartin y Juanjo no pueden ser más dispares, está claro des del primer día que están hechos para odiarase. Están dispuestos a evitarse lo máximo posible, pero el destino tiene otros planes para ellos. Dicen que del amor al odio hay muy poco, pero, ¿...