IV

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30 de septiembre de 2001

– ¿Papá? – pregunté caminando por la oscuridad. – Papá, tengo miedo. – dije sollozando. – ¡Sácame de aquí! – Me senté en el suelo y me quedé dormida.

3 de octubre de 2001

– ¡Papá! – grité enfadada. – ¡Sácame de aquí! – Me acerqué a la puerta. – ¡No aguanto más! ¡Quiero ver a mis hermanos!

6 de octubre de 2001

– Me encuentro mal, papá.

10 de octubre 2001

Me desperté en una camilla. Klaus estaba dormido en una silla a mi lado.

– Klaus... – dije como pude. Me costaba hablar. – Klaus, despierta.

El rizado abrió los ojos y me miró sorprendido. – ¡Estás despierta! – se levantó y me cogió la mano. – ¿Te encuentras bien?

– ¿Qué ha pasado?

Klaus dudó unos segundos. – Papá te ha tenido encerrada 10 días.

– ¿Y qué ha pasado?

Klaus dudó unos momentos. – Has estado muerta, Cero. – me miró a los ojos. – Yo... pensaba... – sus ojos se humedecieron. – Ce, pensaba que te perdía.

Apreté el agrre de nuestras manos. – Pero aquí estoy. – sonreí levemente.

Klaus también sonrió. – Oh... – El chico me soltó y se alejó unos centímetros. – Tengo una cosa para tí. – Dijo antes de salir corriendo.

Solté una carcajada y esperé a que volviese.

– Vale. – dijo enseñándome una caja de cartón con unos agujeros en la tapa. – Como pasaste tu cumpleaños, bueno, nuestro cumpleaños, encerrada lo he estado cuidand... digo... guardando yo. – Puso la caja sobre mi. – Ábrelo, venga.

Lo miré con una sonrisa y abrí la caja. Un pequeño gato negro asomó la cabeza. – Klaus... – dije asombrada. – ¿Te he dicho alguna vez que eres el mejor?

El de ojos verdes rió tímido. – Alguna... – se rascó la nuca. – Papá no se puede enterar, ¿vale?

Asentí sacando al animal de la caja y poniéndolo en mi pecho. – ¿Cómo lo vamos a llamar? – pregunté mirando a Klaus.

– Es tuyo...

Negué. – Es de los dos. – Acaricié al gato. – ¿Qué te parece Orión?

– Me encanta. – Sonrió.

Actualidad

Estaba en mi cuarto tirada en la cama.

– Había olvidado todo lo que implicaba ser una Hargreeves. – hablé cuándo escuché a Klaus entrar a la habitación. – ¿Cómo te enteraste de que papá me convirtió en un monstruo?

El de ojos verde se tumbó a mi lado. Yo le estaba dando la espalda y él me abrazó la cintura.

– ¿Te acuerdas del día que te di a Orión? – cuestionó el chico. – Fue el día que despertaste.

– Me acuerdo.

–Bueno. Aquella mañana papá nos dijo que habías muerto. Ese día no hubo entrenamiento, ni clases, ni nada. Solo éramos un manojo de lágrimas. – Comenzó a acariciarme la espalda. – Sabes que para el viejo siempre fuista la mejor. Eras su favorita. No estaba dispuesto a perderte. – Hizo una pausa. – Por la tarde nos volvió a reunir. Y nos lo contó. No nos contó lo que te hizo mientras estabas encerrada. Pero sí cómo te había salvado la vida. Nos dijo que te había convertido en vampiro. – Sonrió. – Yo al principio flipaba. Era como una peli mala de esas de adolescentes, donde la chica molona resulta ser un vampiro. – Rió. – ¡Mi hermana favorita de repente era un vampiro! ¡Piénsalo! ¡Era increíble!

For your love // Klaus HargreevesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora