___ lleva una vida apacible y plena: una madre comprensiva, un mejor amigo que la invita a comer semanalmente, y un hogar espacioso donde puede descansar y disfrutar de la piscina. Sin embargo, todo cambia con la llegada de Aidan Gallagher. La actit...
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El sábado en la mañana ya estábamos todos apretujados en dos carros rumbo a Burgenland: mi mamá y yo en nuestro Mercedes y los dos Gallagher en un Audi. Mi mamá me había ahorrado el tener que ir a buscarlos y estar más apretujados en un solo carro junto con las maletas y papas para el camino, estaba tan simpática y divertida conmigo que me parecía bochornoso.
-¿Y cómo vamos a solucionar la logística de las habitaciones?.- pregunté por el camino.
-Reservé dos habitaciones dobles.- estuvé a punto gritarle que me bajara del carro, ni loca me iba a dormir en el mismo cuarto que el de Aidan, mi mamá al parecer pensó lo mismo me dijo.- Uno para nosotras y otro para los chicos.
Nos encontramos con "los chicos" en la recepción del hotel. El señor Rob saludó a mi mamá con un beso en la mejilla y a mi con un "Hola ___". Mi mamá miraba a Rob con una mirada radiante de amor; Aidan no dijo ni una palabra.
El señor se despidió de nosotras con un "Nos vemos al rato en la alberca" y condujo a su hijo al elevador. Mi mamá aún tenía que esperar a que le devolvieran las tarjetas de crédito.
En nuestra habitación sobre nuestras camas dobles habían toallas, batas de baño, sandalias y un bloqueador solar.
-Bueno... supongo que ahora iremos a nadar.- Dije cuando ya me había puesto mi traje de baño completo, me había colocado bloqueador facial y me terminaba de enchinar las pestañas y poner brillo labial.
Mi mamá tambien se había puesto uno y antes de que salieramos de la habitación con las toallas en mano, me susurró.- Gracias hija.- De alguna manera me emocioné un poco. Una hija bondadosa y una madre agradecida ¡Algo así te llega al corazón!
Mi mamá se metió a la alberca para quedarse parada en una esquina donde no daba el sol, casualmente en ese lugar era específicamene dónde salían burbujas a propulsión por un tubo para mantener el agua de la alberca circulando y le quedaba en la espalda, le encanta quedarse siempre ahí, dice que le da masaje; el señor Rob solo le guiñaba un ojo. Aidan se encontraba sentado en los escalones que dirigen adentro de la alberca, tenía traje de baño completo tambien con el que se le marcaban levemente los abdominales que se le empezaban a formar.
Me vió confundido y me dijo:
-Si habría sabido que tambien vendrían ustedes ¡En la vida habría venido!.- Es decir que su papá lo había engañado. Rob me caía cada vez peor, incluso peor que su hijo.
Mire mi reloj y señalé:
-En menos de veinticuatro horas lo habremos superado, así que no te sulfures.
-Tu que vas a saber, ¡idiota!.
No era fácil encontrar una respuesta a eso, lo intenté con un:
-Tampoco es que a mi me guste mucho el tema...
-Entonces, ¿Por qué estás aquí tarada?.- me volvió a mirar como si fuera un insecto repugnante.
-Porque mi mamá quería- dije.
-Y tú, blandengue, ¿siempre haces lo que ella te dice?.- preguntó con insolencia.
-Normalmente no me pide que haga algo malo.- le contesté tratando de ser honesta.
Él soltó la barandilla, se fue a uno de los camastros al borde de la alberca y se sentó. Lo seguí y cómo no puso ningún obstaculo me senté junto a él y miré a la alberca, dónde nuestros padres chapoteaban junto con los demás nadadores.
Aidan miró a su papá y dijo:
-Además de todo actúa como si no hubiera ningún problema, es un asco.
-¿Por qué no te quedaste con tu mamá en Salzburgo?.
-¿Tu que vas a saber idiota?.- volvió a espetarme. Entonces se levantó de un salto y desapareció por un pasillo en el que decía, con letras doradas: A las habitaciones.
˚ʚ♡ɞ˚
Volví a ver a Aidan durante la comida. Había un bufé enorme con platillos frios y calientes. Cuando los dos Gallaghers entraron al comedor, mi mamá y yo ya estabamos sentadas en una mesa de cuatro y ya nos habían servido. Aidan avanzaba más a empujones que por su propio impulso. Tampoco puso nada en el plato que le tendió su papá.
Mire de reojo a mi mamá. Tenía los ojos fijos en Rob, que acababa de quitarle el plato a su hijo. Ahora trataba de llenar ambos platos, algo complicado cuando, en el opíparo bufé, apenas había espacio para colocar algo y tenía ambas manos ocupadas con los platos; le hubiera servido una tercera mano para servirse la comida.
Mi mamá puso su cara de dolor de muelas. Por un momento tuve la esperanza de que fuera a decir que debíamos de dar por terminado el fin de semana en el spa. A lo mejor estaba a punto de decirlo si no fuera porque el señor Rob apareció de la nada con dos platos llenos de comida y los dejó en la mesa, rápidamente volvió al bufé porque su malhumorado hijo se había quedado parado en una columna, y cuando ya estuvo cerca de la mesa lo empujó para que se sentara.
Ahora la expresión de mi madre era cómo si ya le hubieran sacado la muela. Pero el hombre que estaba a su lado sonreía como si todo estuviera bien y me preguntó:
-Bueno ___, ¿qué te gusta hacer?.
-Ahogar camarones...- respondí.
Él abrió los ojos cómo platos y se me quedó mirando con la boca abierta. El trozo de salmón que había recogido se volvió a caer al plato.
-Por que si tienes un camarón que quieres ponerlo a nadar.- respondí.- y no sabe nadar... se ahoga y muere.
-___ ¡Por favor!.- me dijo mi madre.
Yo seguí hablando sin hacerle caso.
-Pero hay que agarrar al más debil para que aprenda a nadar.
Rob trató de volver a sonreir, mi mamá me dió una patada directo a la espinilla debajo de la mesa y, milagrosamente Aidan comenzó a comer.
-Pero mejor cambio a las moscadas.- añadí.- Seguro que da más dinero. Se pueden vender las larvas que salen de los huevos de la mosca a los pescadores.
-___ ya es suficiente, para de una vez.- exclamó mi mamá.
Así que paré, me terminé la comida en silencio, me levanté y murmuré:
-Buenas tardes.
Volví a nuestro cuarto y encendí la televisión.
A la media hora mi mamá vino y dijo:
-Rob y yo vamos a dar una vuelta a ver los alrededores. Y a tomar café en algún lado. ¿Vienes?.- negué con la cabeza.
-Estaremos de regreso a más tardar a la hora de la cena.- añadió y se fue.
