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𝔈𝔩 𝔞𝔯𝔞𝔡𝔬 𝔡𝔢𝔩𝔞𝔫𝔱𝔢 𝔡𝔢 𝔩𝔬𝔰 𝔟𝔲𝔢𝔶𝔢𝔰

El lunes antes de empezar las clases, Mariana bajó al sótano por plumones, pues Znaimer se pone histérico cuando quiere escribir algo en el pizarrón y los plumones solo rechinan sin sacar tinta

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El lunes antes de empezar las clases, Mariana bajó al sótano por plumones, pues Znaimer se pone histérico cuando quiere escribir algo en el pizarrón y los plumones solo rechinan sin sacar tinta.

Cuando Mariana regresó con la caja de plumones dijo:

-Un hombre acaba de dejar a Aidan en la sala de profesores.

-¿Dejar?.- Preguntó Connie asombrada.

-Bueno, más bien lo empujó por la puerta.- Contestó Mariana-. Porque Aidan no quería.

Al poco tiempo sonó el timbre y Znaimer que estaba sustituyendo a la maestra Huber porque ella se encontraba en un seminario, metió a Aidan a clase y lo guió hasta nuestro pupitre.

-Por lo menos me quiero sentar en otro lugar.- Refunfuñó y me miró con odio.

-¡Este es el único lugar libre!

Cualquiera que conociera a Znaimer sabía que estaba a punto de estallar. Se le nota en el tono de voz. Aidan se cruzó de brazos, bajó la cabeza y dijo:

-¡Entonces prefiero estar de pie!.

-¡Sientate!.- Bramó Znaimer tan alto que hasta el cristal de las ventanas tintineó del susto.

Y funcionó, Aidan se sentó.

-¡Y la mochila abajo!.- rugió Znaimer-.¡Date prisa!

Aidan soltó los tirantes de la mochila y la dejó caer en el suelo a su lado.

-Ahora saca tu cuaderno.- Por lo menos la voz del maestro comenzaba a sonar normal de nuevo.

Aidan se inclinó hacia su mochila y sacó un pequeño bloc de notas rojo del que colgaba una pluma. Znaimer frunció el ceño y se le formaron dos arrugas profundas en la frente, lo que hacía que se pareciera al pequeño pug de Zierhut. Era evidente que estaba pensando si pedirle a Aidan que sacara un cuaderno decente, pero lo dejó pasar.

El martes el señor Rob volvió a llevar a su hijo a la escuela, lo acompañó al guardarropa, le quitó el abrigo y lo llevó a la sala de profesores. ¡Era bochornoso! ¡Si alguien hiciera eso conmigo, me moriría de pena! Ya estabamos en preparatoria, ¿Por qué no simplemente Aidan se podía comportar? Esto me afectaba tanto como a él, pero yo no estoy haciendo berrinche.

Por lo menos ahora ya no exigía que lo cambiaran de lugar y sacaba el bloc y la pluma sin que nadie se lo pidiera. Nunca anotaba nada y seguía sin responder a las preguntas de los profesores. Nosotros nunca le preguntabamos nada.

El miércoles y el jueves hizo la misma entrada. Poco a poco nos fuimos acostumbrando a él. Cómo cuando alguien se habitúa a un adoquín mal colocado en la banqueta y lo evita en la medida de lo posible para no tropezarse.

Operación DesenlaceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora