iv. sobre wonbin gris, sohee y otras confesiones

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iv. sobre wonbin gris, sohee y otras confesiones


Caía otra de esas lluvias empecinadas en joder a la gente: ligeras, pero rápidas. Si te quedabas de pie al descubierto, las gotas te golpeaban la piel con fuerza, como miles de agujas. Era, sí, uno de los días podridos de Wonbin. Terminó de trabajar a la hora de siempre, antes de que empezara a llover. Esta vez, extrañamente, sí tenía un paraguas. Y cuando lo sorprendió el agua, tenía con qué protegerse.

Antes de llegar a su casa, encendió un cigarrillo y empezó a fumar. Shohei había peleado con su novio esa mañana, en la universidad. Le había preparado un par de pasteles para su cumpleaños, pero él estaba enojado, nadie sabía por qué, y casi se los echó encima. Como el destinatario de sus pasteles no los quería, Shohei los entregó al único que estaba por ahí en ese momento: Wonbin. Así que, en uno de sus días podridos, Wonbin se doblaba para cargar con sus cosas, la bolsa con los postres de Shohei, el paraguas y el cigarrillo.

Estaba molesto, claro, y cansado. Por eso, cuando estuvo parado en su portal, resoplando y fumando, y vio un blazer por un segundo cuando movió el paraguas, se relajó.

—Oye, Anton, toma esto mientras abro— ordenó, extendiendo el brazo con la bolsa de los pasteles y el cigarrillo humeante.

Se quedó en esa posición, buscando con la otra mano las llaves de la puerta y balanceando precariamente el paraguas sobre su hombro, hasta que notó que Anton no había hecho nada.

—¿Estás escuchándome?— gruñó, sacudiendo la bolsa y el cigarrillo. Unas cenizas cayeron al pavimento mojado y formaron un pequeño desastre—. ¡Necesito abrir y no tengo una maldita mano libre!

Anton ya sabía sobre sus cambios de humor de los días lluviosos. Una vez, después de hacer el amor, lo había llamado "el Wonbin gris" y él había reído. En este momento, el Wonbin gris estaba pasando al negro rápidamente.

—¡Si estás escuchando música QUÍTATE LOS MALDITOS AUDIFONOS DE LAS OREJAS Y ESCÚCHAME, NIÑO!— exclamó.

Y por fin se giró hacia Anton. Sólo que, este no era Anton.

—Oh, no— susurró.

El chico parado al lado de su casa tenía el uniforme escolar igual al de Anton, era muchisimo más pequeño que Anton, casi se atevía a decir que más pequeño que él mismo y expresión más adorable que había visto en su vida. Pero él exhalaba un aire de confianza y una ternuna que habían dejado a Wonbin momentáneamente mudo.

—Tú no eres Anton— murmuró.

—No me digas— respondió el chico, metiéndose la mano libre en el bolsillo. Él también sostenía un paraguas sobre su cabeza.

Bajo la Lluvia  ⸢Wonton⸥Donde viven las historias. Descúbrelo ahora