Wonbin lleva años siendo seguido con ese chico en su uniforme escolar, él ya forma parte de su rutina, un día gris fue la excusa perfecta para notarlo bajo la lluvia.
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iii. hasta la media noche
Intentaba no perder la calma, pero le costaba mucho. Estaba muy preocupado. Anton siempre llegaba temprano, y ahora que ocurría lo contrario estaba perdiendo la cabeza. Le había enviado a Shotaro gifs de gatos haciendo estupideces para distraerse, mas sus pensamientos regresaban, inevitablemente, a Anton y lo rápido que corría el tiempo y lo tarde que era. Así que, cuando por fin apareció, Wonbin reprimió la preocupación cambiándola por otra cosa: deseo sexual.
—Hola, Wonbin— saludó el chico, como si no hubiese llegado una hora tarde a su casa. Estaba como siempre, exceptuando la respiración acelerada; había corrido hasta allí.
—Anton— y luego añadió, actuando como si no le importara—: pensé que no llegarías.
—Me quedé con Sohee un rato en la biblioteca. No me di cuenta lo tarde que era.
Wonbin se encogió de hombros y se sentó en el sofá. Por su cabeza pasó el pensamiento fugaz de que no sabía quién era Sohee.
—Acércate, Anton.
El chico le obedeció, como había empezado a hacer desde el día en que había aceptado tener algo con él. No habían hecho mucho, pero Wonbin creía que estaba bien así. La verdad es que si fuera por él, se habría acostado con Anton el primer día. Sin embargo, tenía cierto sentido de responsabilidad. Wonbin no era de las personas que jugaban con los sentimientos de los demás. Él no estaba enamorado de Anton. Por el contrario, el chico no podía ser más obvio. Wonbin no era capaz de tratarlo como un ligue de una noche; prefería ir despacio, aunque el resultado fuese el mismo: se separarían. Y bon voyage, Anton, el estudiante genéticamente talentoso con hombre super anchos.
Lo más difícil de su curiosa relación era mantenerla oculta. Ni a los padres de Anton ni a los amigos de Wonbin les haría mucha gracia saber que había algo entre ellos, aunque ese algo no tenía nombre. Sin embargo, Wonbin tenía la ligera sospecha de que los amigos de Anton sabían lo que él hacía todas las tardes, en su casa.
—Ugh, no pienses en eso— murmuró.
Anton lo miró interrogante por unos segundos, hasta que Wonbin se acercó y lo besó. Era graciosa, si lo pensaba, la manera en la que Anton se derretía cada vez que hacían algo así. Con un toque de sus labios Anton se convertía en otra persona. Siempre trataba de mostrar la menor cantidad de emociones en su rostro y su lenguaje corporal. Wonbin podía enorgullecerse de ser una de las únicas personas que podía hacer que su máscara se destruyera en segundos. Y más a menudo que otros, le gustaba pensar, también.
—¿Wonbin?
Él ignoró el tono de la pregunta y siguió besándole. A veces le daba un poco de tiempo para que pudiese respirar, pero, en general, le cubría y le succionaba la lengua como si tuviese sed. A Anton le encantaba, por supuesto, como todo lo que tenía que ver con Wonbin. Esa tarde, en cambio, una tensión diferente flotaba en el aire mientras Wonbin recostaba a Anton en el sofá y se abría paso entre sus piernas.
