primera quemada

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El sol apenas comenzaba a filtrarse entre las cortinas cuando Tsukishima abrió los ojos. Miró a Yamaguchi dormido a su lado y no pudo evitar sonreír. En dos semanas cumplirían un mes como pareja, y sentía la necesidad de compensar el tiempo que había estado ausente por sus entrenamientos.

—Hoy será un buen día —murmuró mientras se inclinaba hacia Yamaguchi y lo despertaba con un suave toque en el hombro—. Despierta, Yamaguchi, vamos a desayunar fuera.

Yamaguchi abrió lentamente los ojos, aún algo adormecido. Miró a Tsukishima con una sonrisa perezosa.

—¿Desayunar fuera? Qué sorpresa —dijo mientras se estiraba y se levantaba de la cama.

Ambos se vistieron y salieron rumbo a una pequeña cafetería que solían frecuentar cuando empezaron a salir. El aroma a café recién hecho llenaba el aire, y el lugar les traía recuerdos felices de sus primeros días como pareja. Desayunaron entre risas y charlas triviales, disfrutando de la compañía del otro.

Después de desayunar, regresaron a casa para alimentar al perrito y asegurarse de que todo estuviera en orden antes de salir de nuevo.

—Gracias por hacer un espacio para mí hoy —comentó Yamaguchi mientras caminaban hacia un restaurante para almorzar. Sus dedos rozaban los de Tsukishima, buscando un poco más de cercanía.

Tsukishima detuvo su paso un momento, como si dudara en cómo expresar lo que sentía. Luego bajó la mirada, mordiéndose ligeramente el labio.

—Lo siento mucho, Yamaguchi —dijo con seriedad—. He estado tan ocupado entrenando que no te he prestado la atención que mereces. Perdóname, por favor.

Yamaguchi le sonrió con ternura y negó con la cabeza.

—Está bien, Tsukki. Entiendo que el voleibol es importante para ti. Lo que importa es que estamos aquí juntos ahora —respondió, inclinándose hacia él y dándole un beso suave en la mejilla.

Tsukishima esbozó una pequeña sonrisa, algo raro en él, pero que Yamaguchi siempre apreciaba. Tras el almuerzo, decidieron dar un paseo por un parque cercano. Compraron helados y caminaron tranquilamente, hablando sobre los entrenamientos de Tsukishima y las pequeñas cosas del día a día. Yamaguchi reía de las anécdotas de su pareja, quien, a pesar de ser reservado, siempre encontraba la forma de hacerlo sonreír.

Mientras regresaban al apartamento, agarrados de la mano, Yamaguchi comenzó a sentir una ligera punzada en el pecho, una sensación extraña de que algo malo estaba por suceder. Se obligó a tranquilizarse y abrazó a Tsukishima, respirando profundamente el familiar olor de su pareja, lo que le dio una momentánea paz.

Sin embargo, justo cuando estaban por cruzar la calle para llegar al edificio, notaron algo inusual. A medida que se acercaban, vieron humo saliendo de uno de los apartamentos del primer piso. El caos se apoderó del lugar: los bomberos intentaban controlar el fuego mientras las personas evacuaban rápidamente el edificio.

—¿Qué demonios...? —murmuró Tsukishima, acelerando el paso hacia la entrada.

Afortunadamente, el incendio parecía estar contenido en un solo apartamento en la planta baja, pero el susto era real. Mientras observaban cómo los bomberos lograban controlar las llamas, Yamaguchi comenzó a marearse. El miedo, la adrenalina y el calor lo abrumaron.

—Tsukki... —susurró antes de que sus piernas cedieran y cayera desmayado al suelo.

—¡Yamaguchi! —gritó Tsukishima, arrodillándose rápidamente a su lado—. ¡Yamaguchi, despierta! ¡Por favor, no me hagas esto! ¡Despierta!

El caos del incendio alrededor parecía desvanecerse mientras Tsukishima intentaba desesperadamente reanimar a Yamaguchi, quien yacía inmóvil entre sus brazos.

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EL PERRO, ME OLVIDE DEL PERRO

En lo nuestro no hay final [Tsukiyama-omegaverse]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora