«Todo empezó por culpa de unas rosas equivocadas»
Calista Emerson es la hija de uno de los empresarios más famosos en Los Ángeles, y decidió hacerles creer a todos que se casaría con un hombre perfecto, trabajador y con cualidades culinarias estupe...
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Calista
Llegó el día en que debí volver a tener contacto con personas.
Personas que no me agradaban, pero se suponía que eran mis amigas. La mayoría eran mujeres con mucho dinero, ya fuera gracias a sus padres o esposos, pero sin duda: mimadas.
Detestaba hablar o tener que verlas en reuniones formales e informales, pero llegó un dia que no pude evitar. Porque la misma Lyla había organizado un evento para anunciar mi matrimonio.
Todo el tema no perjudicaba mi trabajo, o al menos, no directamente. Lo que sí hice fue pensar en Ross y en el tiempo que debería pasar con ella. Incluso hasta en medio de sesiones de fotos me quedaba tildada.
Varias veces repetí tomas, hasta que la modelo tuvo su descanso y decidió ir a comer algo. P Alex notó mi desconcentración, y lamentablemente me conocía lo suficiente como para saber que no estaba dando todo de mí.
—Estás como... algo ida —comentó ladeando la cabeza y lo único que hice fue descolgar mi cámara de mi cuello—. ¿Está todo bien?
—¿Por qué algo estaría mal?
—Te concentras solo en el trabajo, pero ayer y hoy estuviste en las nubes. ¿Ocurrió algo en tu vida super personal e íntima?¿Tiene que ver con Ross?¿Pelearon? Dime que no.
—No, claro que no —negué varias veces y ella suspiró con alivio—. Hoy en la noche iremos a la cena que organizó Lyla. Estoy pensando en eso.
«Y en cómo seguir manteniendo la mentira»
—Señoritas Emerson —escuchamos una voz en la puerta y las dos volteamos—. Hay una mujer que llamó buscando a Calista.
—¿Quién? —pregunté confundida. No estaba esperando a nadie.
—Ross Jackson, dice que es urgente.
—¿No dijo el motivo?
Tatiana negó con la cabeza y un escalofrío me recorrió todo el cuerpo. ¿Y si algo grave había pasado?
De inmediato dejé mi cámara en las manos de Alex y fui con mi secretaria.
Quizás Ross había metido la pata, podría haberle dicho la verdad a alguien sin querer, quizás alguien la había descubierto por una casualidad o puede que le hubiera pasado cualquier cosa.
Al seguir a Tatiana los nervios casi me consumieron, y cuando entré a mi oficina y contesté el teléfono casi con el corazón en la mano.
—¿Estás bien?¿Qué ocurre?
—Hola Cali, ¿qué hay?
—¿"Qué hay"?¿estás bien?
—Estoy perfecta, pero respecto a la cena de hoy, ¿debo ir vestida formal? —preguntó con calma.