Capítulo 2: "Paloma va, paloma viene"

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Ross


Unos días después, Calista me envió un texto invitándome a la empresa. Y fue extraño el hecho de que aceptara sin siquiera pensarlo un poco.
Estuve replanteandome la existencia bastante tiempo, convenciendo a mi cabeza de que no había metido la pata. O al menos, no del todo.

Lo único que hice fue literalmente entregar mi mano.

Casarme con una desconocida era lo último que alguien podía pensar, pero se ve que a mis humildes neuronas le convencía la idea.
Además, Calista no daba la impresión de estar loca.
Bueno... un poco sí, pero no del tipo que ve o escucha cosas extrañas, sino del tipo que quizás se le podría insendiar la cabeza si se enoja mucho.

A decir verdad, ninguna de las dos era algo bueno, pero ya había dado el sí.
Acepté estar comprometida con ella, y quizás podría trabajar en la empresa si se lo sugería.

Esa mañana ni siquiera alcancé a desayunar porque me quedé dormida, y casualmente mi compañero de casa no había despertado. Así que me conformé con beber agua.

Lo único curioso del edificio de Calista era lo enorme que era, ya que me perdí un par de veces y hasta terminé en una oficina nada que ver.
La mujer de recepción me había dicho con claridad que ella trabajaba en el piso doce, pero no especificó dónde estaba la oficina.

Vi a una mujer vestida de traje que supe de inmediato que trabajaba en el área, porque estaba dándole indicaciones a una jovencita que por poco y le temblaban las piernas.

—Disculpe... —llamé su atención cuando la jovencita se alejó—. Buenos días. ¿Sabe dónde está la oficina de la señorita Emerson?

—¿Cuál de todas? —acomodó su cabello castaño y largo con algo de diversión, a lo que yo me quedé en blanco.

¿Cuál de todas?¿Había más de una Calista?

Sus ojos cafés me miraron esperando una repuesta mientras yo balbuceaba.

—Cali —dije finalmente—, Calista.

—Ah, sí. ¿Tienes cita?

—¿Cita? —Ella asintió y parpadeé—. Me llamó para que viniera para verla, no dijo nada sobre una cita.

La mujer frunció el ceño con algo de confusión y solo me quedé viéndola sin saber qué hacer.
Seguro metí la pata, algo mal debí haber dicho para que se confundiera así.

—Ok... —aclaró su garganta y alzó su brazo para señalar un pasillo—. Su oficina está por allá, dale esto a su secretaria y así te dejará pasar. Dile que vas por parte de Alex.

—¿Usted es Alex? —ladeé la cabeza y tomé el café que me entregó. Sin entender por qué me lo había dado.

—Así es —extendió su mano y la estreché sin más—. ¿Y usted?¿Qué necesita aquí?

—¿Yo? Ah... Nada concreto, solo hablar con Cali —La confundí aún más y supe que estaba metiendo la pata—. Soy Ross, mucho gusto.

—Un gusto también, Ross —soltamos nuestras manos, mientras ella todavía pensaba con algo de desconfianza—. Voy a revisar el pronóstico. Creo que habrá una tormenta eléctrica.

Se fue sin más y alcé las cejas.
En ese momento fui yo la que se confundió.

Pasé por el pasillo que la amable mujer me indicó, y me quedé viendo la cantidad de escritorios que había en una oficina enorme.
No sabría decir cuántos eran, pero sin duda eran muchos. Así como las personas que trabajaban ahí, las cuales parecían estar bastante ocupadas.

Un Anillo Para RossDonde viven las historias. Descúbrelo ahora