Fin a la impostora.

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Abrió los ojos de golpe al escuchar ruidos detrás de la puerta de esa habitación. No había podido dormir nada y su cuerpo dolía por estar tanto tiempo atado en la misma posición a esa fría columna, se sentía muy estresado e impotente, pero no tenía miedo de lo que esos dos podrían hacerle, no a él.

La puerta se abrió dejando ver a sus, oficialmente, personas menos favoritas. Se quedó quieto, no era que pudiera moverse pero no parecía tener reacción alguna, si rostro era completamente serio.

-¿Qué se supone que haremos contigo?- Yaeko se agachó quedando de frente a frente con Obanai.- No podemos tenerte aquí para siempre, pero tampoco podemos dejarte ir a estas alturas.- Empezó a desatar la tela que le impedía hablar.

-Ojala hubieras pensado en eso antes de empezar con esta estupidez.- El padre Shinazugawa se tocaba la sienes estresado. Toda esta situación no había sido su idea pero por sus propios intereses se vió obligado a ayudar a la teñida, a su vista no tenía ningún sentido secuestrar a alguien con el objetivo de que deje de estorbar si no vas a matarlo.

-Kaburamaru.-Por su parte, Obanai había mantenido su mirada fija en el suelo, cualquier cosa era mas interesante que ver esas, a sus ojos, horribles caras. No solo eso, por su cabeza pasaban muchas cosas distintas.-Donde está.- Pero finalmente tuvo que mirar directamente a los ojos a Yaeko. Su mirada amenazante y el tono serio en su voz dejaban claro que no era una petición, exigía saber que había pasado con la serpiente.

-¿Ah? ¿Kaburamaru?-.Se puso de pie mientras sacudía su ropa.- ¿Así se llama tu bichito?-

-Kaburamaru no es un bicho. Es mi mejor amigo.- Defendió. No le gustaba para nada la forma en la que hablaba de su amigo reptil.

-¿Esa cosa tan horrible es tu mejor amigo? Qué triste.- Fingió compadecerse. Intentaba provocarlo, y lo estaba logrando.- ¿Como puedes estar con eso todo el tiempo cerca? A mí me daría mucho asco, y miedo ¿Acaso no es venenosa?

-Ya te dije que su nombre es Kaburamaru, y debes saber qué la única venenosa en todo aquí eres tú.- Ahora era el quién la hacía enojar.

-Como sea, tu amiguito está bien. No soy un monstruo ¿Sabes?- Le dió la espalda.- Ahora mismo está en una caja en la habitación de al lado, ya que lo sabes, yo en tu lugar me preocuparía por mí misma.- Sin decir una palabra más salió del lugar enojada, bastaba con unas palabras de Obanai para hacerla arder.

Por otro lado, en mayor en la habitación suspiró cansado y la siguió, dejando completamente solo al azabache que se empezaba a desesperar.

Poco después escuchó sus voces tras la puerta, parecían discutir en la otra habitación.

-¿Eres idiota? ¿Enserio no sabes que hacer?

-Bueno no es como que secuestre gente seguido.

-¿Entonces para que mierda lo hiciste? Si no lo silenciamos Sanemi te odiará, iremos a la cárcel y jamás podré ver a mí familia otra vez.

-Pero...no podemos matarlo ¿No?

Fue lo que escuchó tras la puerta de ¿Enserio no tenían idea de que hacían? Eso lo hizo sentir aliviado, si eran tan estúpidos como parecían.

Fue lo que escuchó tras la puerta de ¿Enserio no tenían idea de que hacían? Eso lo hizo sentir aliviado, si eran tan estúpidos como parecían

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𝗜𝗺𝗶𝘁𝗮𝗱𝗼𝗿𝗮. /𝖲𝖺𝗇𝖾𝗈𝖻𝖺Donde viven las historias. Descúbrelo ahora