73 - Dulce cumpleaños II

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LAURA

*Contenido exclusivo de la versión editada*

***

ANA

Hace unas horas le envié un mensaje a Laura para saber cómo estaba y si había sobrevivido al cumpleaños de los horrores. Son más de las 10:00 p.m. y aún no me ha respondido, ni siquiera ha estado en línea desde el mediodía. Si no fuera porque su fortaleza emocional está por los suelos y se ha metido en un nido de serpientes, no me preocuparía por ella. Por eso, aprovecho el descanso que tengo en el trabajo para contactar a Aiko, ya que la maldita ansiedad me tiene hiperactiva y no quiero volver a confundir los pedidos de los clientes.

«Hola. A ver, ¿Laura está contigo? No quiero darte la razón ni alimentar tu alarmismo paranoico, pero sí me preocupa que esas idiotas le digan cosas hirientes a Laura y ella no pueda soportarlo. Como sé que eres una controladora de primera categoría, te adelanto que encontrarás un mensaje mío en su teléfono cuando se lo revises a escondidas porque, aunque no soy su paño de lágrimas, me preocupa su estabilidad emocional actual por lo de Eric. Contéstame cuando puedas, por favor», le envío en un audio y permanezco con la vista clavada en nuestro chat para ver si se conecta.

—¿Va todo bien, Ana? —me pregunta Sergio, un compañero que se ha debido de escabullir del servicio.

—¿Eh? Sí, sí.

—¿Segura? Hoy pareces una novata. Vas de una mesa a otra como pollo sin cabeza entregando pedidos equivocados y liándola con los cobros. Si necesitas hablar, aquí me tienes, pero para cuando termine la jornada. Ahora necesitamos que te centres. Tómate un par de minutos más y respira hondo, yo te cubro.

—Gracias, Sergio. Me pondré las pilas.

—Venga, que queda una horita más y habremos terminado por hoy. —Sergio me da unas palmaditas en el hombro y regresa al interior del restaurante.

Entonces, me percato de que Aiko me ha contestado.

—Ana... Estamos en el hospital... Mi Moon... —solloza Aiko en un audio, por lo que una repentina angustia oprime mi pecho hasta asfixiarme al suponer que esas víboras le han hecho algo terrible a Laurita.

Enseguida llamo a Aiko y me alejo del restaurante con la intención de largarme si es preciso.

—¿Sí...? —contesta ella, con la voz quebrada.

—¡¿Cómo que estáis en el hospital?! ¿En qué hospital? —cuestiono, alterada, andando de un lado a otro por la acera mientras me exprimo los cabellos con la otra mano—. ¿Y Laura? ¡¿Está bien?! ¡¿Le ha pasado algo?! Dime en qué hospital estáis para ir ahora mismo. ¡Aiko!

—Ni siquiera tu desesperación consigue hacerme reír —articula Aiko, cuya voz se torna seca y sombría.

—¿Qué? ¿Qué estás diciendo ahora? —articulo, desconcertada—. Dime cuál es el puto hospital.

—Te faltan luces para percibir la verdad. No estoy en ningún hospital, Ana.

—Eres imbécil, ¿no? —la insulto con enojo—. ¿Y Laura? Al menos, dime si está contigo y si está bien.

—Mi Moon no ha vuelto y no da señales de vida. Quería que sintieras la impotencia, la frustración y el dolor que me corroen por dentro. Contigo, y con las personas en general, las palabras no funcionan. Tenéis que sentir, vivir el sufrimiento en vuestras propias carnes para que comprendáis el sufrimiento ajeno. Tu reacción no es ni una quinta parte del martirio que estoy soportando para no ir a buscar a Laura personalmente y destrozar a las alimañas que le hayan hecho daño. Tú solo verías a la dulce chica japonesa que medita pacíficamente como una linda muñeca de porcelana decorando el salón de su casa. No te harías ni la más mínima idea de que llevo varias infusiones relajantes encima para calmar la cruenta lucha que libro en mi interior.

Trago saliva ante su desahogo emocional.

—No estoy poniendo en duda que te preocupes por Laura. Simplemente me ha parecido de mal gusto que juegues con algo así —le recrimino.

—No era ningún juego. Como te dije, tenía un propósito. Más bien soy yo la que se está reprimiendo por jugar a vuestro juego de dar segundas oportunidades a gente miserable, de contemplar arcoíris y palomas blancas sobre un mar ensangrentado y de agachar la cabeza ante los abusos. Es la primera vez que deseo estar equivocada porque el bienestar de mi Moon está en juego. Ojalá ganéis. Ojalá gane vuestra ideología pacifista porque, si gano yo, arrasaré con todas las personas que le hayan hecho daño a mi Moon. —Su siniestra convicción me pone los pelos de punta.

—Vamos a intentar no ponernos en lo peor. —Por el bien de todos, debo contrarrestar su ira—. Yo misma he sido de las que se olvidan del teléfono y de todo cuando se están divirtiendo. Las dos estamos preocupadas por Laura, pero deberíamos calmarnos y no sacar conclusiones precipitadas.

—Habla por ti, que eres la de las luces cortas. Ahora, déjame en paz porque tu cobardía no me aporta nada.

—Es tan complicado tratar contigo... —resoplo—. Lo único que te pediré de favor es que me avises cuando Laura regrese para saber que está bien.

—No tengo que avisarte de nada. Siente, Ana, siente —remarca Aiko con dureza—. Si tienes suerte, ella misma te responderá. Si no, espera pacientemente. Adiós.

Me cuelga.

En lugar de quedarme más tranquila, he conseguido el efecto contrario. Me espera una noche larga y angustiosa, pero, por encima de todo, rezo para que Laura esté bien y se acabe el ciclo de oscuridad de ella y Aiko.

***

LAURA

*Contenido exclusivo de la versión editada*

La hermana de mi exnovio [En proceso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora