04. Pregnat
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Contenido: estás embarazada y tienes miedo a la reacción de Logan
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—¿Tú estás... qué? —Charles casi no podía creer lo que acababa de escuchar, su voz reflejaba la mezcla de sorpresa e incredulidad.
Estabas de pie en la oficina del profesor, tratando de no poner los ojos en blanco. Esta no era la primera vez que te encontrabas en una situación incómoda.
—Embarazada —repitió Isabelle, apenas logrando mantener su voz firme—. Estoy embarazada... de Logan.
El silencio que siguió fue tan pesado que casi podías oír los engranajes en la cabeza de Charles girando, tratando de procesar la noticia. Sus dedos se movieron hacia sus sienes, frotándolas en un intento de aliviar el creciente dolor de cabeza.
—Esto es... —Charles intentó decir algo, pero en ese momento, la puerta se abrió de golpe.
—¿Escuché mi nombre? —Logan entró en la habitación, su voz firme, pero al mismo tiempo, sus ojos se clavaron en ti, como si ya supiera que algo andaba mal.
Logan se quedó quieto al verte, sus ojos recorriéndote de arriba abajo con una intensidad que casi te hizo retroceder. Cruzó los brazos sobre su pecho, su rostro adoptando una expresión que te era difícil leer.
—¿Cómo estás, niña? —preguntó.
—Estoy... bien, súper bien —respondiste, pero la inseguridad en tu voz no pasó desapercibida para él.
Logan arqueó una ceja, su desconfianza era palpable.
—¿De verdad? —insistió, sus ojos nunca dejando de estudiar tu rostro—. ¿Y de qué estaban hablando tú y el profesor antes de que yo llegara?
Charles, consciente de la creciente tensión en la sala, decidió que era mejor retirarse.
—Voy a dejarlos a solas —anunció, su voz tranquila mientras salía discretamente de la oficina.
El silencio que siguió fue pesado, casi asfixiante. Sabías que Logan no se iría hasta obtener una respuesta.
—No es nada, de verdad. Sólo... cosas sin importancia —intentaste explicar, pero el nudo en tu garganta hacía que tus palabras sonaran poco convincentes.
Logan se acercó un paso, su mirada fija en ti. Sabías que no iba a dejarlo pasar tan fácilmente.
—Isabelle, no me mientas. Sabes que odio cuando me mienten —su voz era baja, pero la advertencia era clara—. Dímelo ya, lo que sea.
—No es nada, Logan... —insististe, pero tu voz se quebró al final.
Logan soltó un largo suspiro, claramente irritado por tu evasiva. Dio otro paso, esta vez acortando la distancia entre ambos.