10. Rompiendo Cadenas

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La mañana del día siguiente, el sol brillaba intensamente, haciendo que las gotas de rocío en las hojas destellaran como pequeños diamantes

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La mañana del día siguiente, el sol brillaba intensamente, haciendo que las gotas de rocío en las hojas destellaran como pequeños diamantes. Katsuki se detuvo frente a la puerta del departamento en el complejo donde vivía Izuku, su mente  una mezcla de determinación y nerviosismo. Había pasado mucho tiempo desde que había hecho algo así, y aunque estaba acostumbrado a la idea de ser un héroe, la idea de ser un amigo también lo llenaba de un nuevo tipo de responsabilidad.

Después de un par de golpes en la puerta, esta se abrió lentamente, revelando a Izuku con un rostro de sorpresa. Su cabello verde desordenado y los ojos aún un poco soñolientos lo hacían lucir vulnerable, lo que hizo que Katsuki sintiera un impulso protector en su pecho.

—Vamos, izuku, ¡no te quedes ahí parado! —exclamó Katsuki, con una voz firme.

Izuku titubeó por un momento, su mente procesando lo que estaba sucediendo. Nunca había imaginado que Katsuki vendría a recogerlo a su casa. Con un ligero asentimiento, salió y cerró la puerta tras de sí. 

—Gracias por... ya sabes, por venir a buscarme —dijo Izuku, rompiendo el silencio, sintiéndose un poco incómodo.

—No es nada —respondió Katsuki, mirando hacia el frente—. Solo estoy haciendo lo que se supone que debo hacer.

Katsuki caminaba con las manos en los bolsillos, su mirada fija al frente, con un silencio casi ensordecedor entre él e Izuku, que caminaba unos pasos detrás. Ambos sabían que no podían ignorarse más, pero también era evidente que hablar como antes no sería tan fácil.

Izuku, inseguro, ajustaba la correa de su mochila mientras lo seguía. No había palabras que pudieran borrar lo que había pasado entre ellos, pero los días recientes habían sido diferentes. Katsuki había cambiado, y eso le daba una extraña mezcla de calma y confusión a Izuku.

—Kacchan

Se atrevió a decir con voz suave, rompiendo el silencio que llevaba demasiados minutos instalándose entre ellos. Katsuki no respondió de inmediato, pero no aceleró el paso como otras veces. En lugar de eso, dejó que Izuku se emparejara a su lado.

—¿Te acuerdas... de cuando éramos niños y solíamos correr por este camino?"—continuó Izuku, observando de reojo los mismos árboles y postes que los habían visto crecer. —Siempre te adelantabas y yo trataba de alcanzarte...

Katsuki frunció el ceño, no tanto porque le molestara recordar, sino porque esos días parecían pertenecer a una vida distinta. Él, siempre con el pecho inflado de orgullo y arrogancia, ignorando a Izuku, quien corría detrás suyo sin rendirse. Sin embargo, esa imagen ahora tenía un matiz diferente. Apretó los puños dentro de sus bolsillos.

—No soy el mismo de entonces, Izuku.—murmuró, aunque su tono no era de reproche. Era más un reconocimiento doloroso, una confesión que nunca pensó que haría.

Izuku parpadeó, sorprendido por las palabras y entre confundido al escuchar su nombre salir de la boca del contrario con tanta naturalidad. 

—Lo sé.—respondió, y por primera vez en mucho tiempo, una pequeña sonrisa, sincera, se formó en sus labios. Los recuerdos eran dulces, pero también amargos.—

The Gost. [Bakudeku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora