Voten y Comenten.
𝐀𝐥𝐭𝐡𝐞𝐚 𝐌𝐚𝐤𝐞𝐧𝐳𝐢𝐞 𝐑𝐞𝐢𝐝
HABÍAN PASADO DOS semanas más o menos desde que Leo y Althea se habían conocido.
Ambos adolescentes caminaban por las calles de Nuevo México buscando algo que comer.
Se habían vuelto “amigos” por así decirlo, la verdad era que Althea había pasado tanto tiempo sola que al tener a Leo de compañía la hacía sentir algo rara, pero lo disfrutaba.
Disfrutaba de sus chistes aunque no se lo dijera, disfrutaba de tener a alguien a su lado.
Ambos adolescentes habían formado un pequeño lazo, eran un equipo.
Al principio era algo difícil, más por el hecho de que Althea no era una persona muy conversadora o que le gustará el contacto físico o demostrar emociones, básicamente, Althea era como un pequeño bloque de hielo.
Debías ir talando de a poco para lograr, hasta ahora, Leo solo había visto la superficie, una pequeña fracción de lo que Althea realmente era.
– Althea –le llamo Leo mientras caminaban.
– ¿Qué? –pregunto la castaña mientras miraba al moreno.
– Estaba pensando, ¿a dónde vamos? –pregunto el chico.
– ¿A qué te refieres? —interrogó Althea confundida.
– Bueno, es que… No planeas quedarte aquí para siempre, ¿o sí? –cuestionó Leo con curiosidad.
– ¿Hablas de quedarme en Nuevo México? –interrogó la castaña, Leo asintió con la cabeza– ¿Por qué lo dices?
– Bueno es solo que… No creo que una chica como tú quiera quedarse aquí para siempre –opinó Leo con sinceridad.
– ¿A qué te refieres con “Una chica como tú”? –interrogó con curiosidad la castaña.
– Bueno… –Leo hizo una breve pausa buscando las palabras correctas– Es que tú eres… tú eres…
– ¿Yo soy…? –preguntó Althea con el ceño fruncido.
– Hermosa –soltó Leo sin pensar.
Althea detuvo su caminata y miro a Leo con seriedad, por dos segundos, Leo pensó que lo golpearía, tal vez había dicho algo malo, tal vez la había incomodado o enfadado, el moreno sabía que a veces soltaba comentarios sin pensar, pero esta vez, en serio tenía miedo de las repercusiones, Leo no estaba preparado para volver a estar solo.
– Leo –comenzó Althea, Leo no pudo descifrar si estaba molesta o no, y eso le asustaba aún más– ¿A qué te refieres con eso?
– Bueno yo… No conozco a muchas chicas hermosas que sepan pelear –explicó Leo con rapidez– Y no digo que sea algo malo, al contrario, es grandioso y asombroso que sepas pelear, de hecho eres muy increíble y…