En un reino donde los cuentos de hadas habían encontrado su final feliz, una nueva generación se alzaba, destinada a escribir su propia historia. Auradon, un lugar donde la magia y la realidad coexistían en armonía, se había convertido en el hogar d...
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Narra Ella White
El día después del partido y la canción de Ben, todo Auradon estaba lleno de rumores y susurros. La emoción de la coronación se acercaba, pero lo único en lo que podía pensar era en lo que había pasado en el campo de juego. Ben, con toda su sinceridad y encanto, me había dejado sin palabras. No podía negar que había algo especial entre nosotros, pero todavía no sabía cómo interpretarlo.
Esa tarde, mientras me preparaba para lo que pensé que sería una noche tranquila en mi habitación, recibí una inesperada visita. Ben estaba en la puerta, con una sonrisa nerviosa pero cálida.
—¿Tienes planes esta tarde? —preguntó, su voz suave pero llena de expectativa.
Lo miré con curiosidad, sacudiendo la cabeza. —No, no realmente. ¿Qué tienes en mente?
—Quiero llevarte a un lugar especial, si te parece bien. —Ben hizo una pausa, como si dudara por un momento. —He preparado algo en el Lago Encantado.
Mi corazón dio un vuelco. El Lago Encantado era conocido por su belleza y su conexión con la magia de Auradon, un lugar donde todo parecía posible. Sentí una mezcla de emoción y nerviosismo, pero la idea de pasar tiempo con Ben, lejos del bullicio del palacio, era demasiado tentadora para resistir.
—Eso suena... maravilloso —respondí con una sonrisa.
Narra Ben Best
Llevar a Ella al Lago Encantado había sido una idea que me rondaba la cabeza desde hacía un tiempo. Quería alejarme de las formalidades y la presión de la coronación, y simplemente disfrutar de su compañía en un lugar tranquilo y mágico. Preparé un pequeño picnic, nada demasiado lujoso, solo algo simple que nos permitiera relajarnos y hablar.
Llegamos al lago cuando el sol comenzaba a ponerse, tiñendo el cielo de tonos naranjas y rosados. Extendí una manta sobre el césped al borde del lago, y Ella se sentó a mi lado, admirando el paisaje con una sonrisa tranquila.
—Es hermoso aquí —dijo, mirando las aguas tranquilas que reflejaban el cielo.
Asentí, observando cómo la luz del atardecer iluminaba su rostro. Había algo en su presencia que hacía que todo pareciera más brillante, más intenso. Comenzamos a comer, charlando sobre cosas sencillas, pero mi mente seguía volviendo a la misma pregunta, una que había estado en mi cabeza desde que la conocí. Necesitaba saber lo que ella sentía.
Después de un rato, decidí no darle más vueltas. Tenía que preguntar.
—Ella, hay algo que quiero saber —dije, mirando fijamente mi plato antes de reunir el valor para mirarla a los ojos. —Todo lo que ha pasado entre nosotros... ¿Tú crees que es amor? ¿Lo que sientes por mí es amor?
Ella me miró, sus ojos llenos de pensamientos complejos que no podía descifrar. Tomó un momento para responder, como si estuviera buscando las palabras adecuadas.
