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Jueves 29 de octubre, vísperas de Halloween. Me encantaría este año, ya que siempre solía hacerme un disfraz, pero pensar que este año lo pasaría en Los Ángeles sería lo más divertido.

No había conseguido pegar ojo pero me levanté, hoy si con tiempo, y me vesti para ir a la oficina, hice un moño que parecía estar deshecho y me puse una camiseta negra ceñida y una falda de tubo del mismo color que llegaba hasta las rodillas. De zapatos escogí unos salones stileto, he de decir que me sentía súper comoda con ellos. Cogí la ropa más básica por si se quedaba aquí que no me supusiera mucho quebradero de cabeza.

Me monte en el coche, conduje hasta el parquing, aparqué y me dispuse a entrar a la oficina. La echaría de menos, pero el trabajo que iba a empezar estaba divino.

-Te busca la jefa cariño- me dijo muy educada la recepcionista.

Saludé a los que me cruzaba y fui directa al despacho de Siobhan.

-¿Me has mandado llamar?- le pregunté entrando.

-Si cariño, hoy solo tendrás que recoger tus cosas de la mesa y es obligatorio comer conmigo antes de que te vayas. Que te voy a echar de menos. Pero tranqui que todas las semanas te llamaré- dijo levantándose de su silla y abrazándome.

-Muchas gracias Siobhan-

-No hay que darlas, eres como la hija que no he tenido ni tendré por el poco tiempo que tengo en mi vida- dijo riéndose.

Nos llevábamos 20 años, pero siempre ha tenido un fuerte y demostrado favoritismo hacia mi. Lo supe desde que el primer día que pise la oficina para entregar el currículum después de haber acabado la carrera de publicidad que tanto sudor y lágrimas me había costado sacarme.

-Gracias Siobhan de verdad- dije abrazándola de vuelta- si ni hubiese sido por ti estaría en la calle pidiendo chatarra con un vaso vacío de Starbucks y unas zapatillas con las que se me verían los deditos- dije riéndo.

-Que pava eres- nos reímos juntas. - Que sepas que todos los meses iré a verte para que me cuente cómo vas y tendremos día de chicas, que desde hace tiempo que no lo tenemos- me guiño el ojo mientras yo me dirija a la puerta.

-Dalo por sentado- dije guiñándole yo también de vuelta.

Fui a mi oficina y recogí las cosas, pedí a la chica de recepción que me enviara a alguien con una de esas cajas en las que guardamos documentación y así poder meter dentro todas las cosas.

Cuando mire el reloj habían pasado tres horas y no me había dado ni cuenta, ya que no sólo guarde cosas , al final conteste algún que otro correo.

Subí al despacho de Siobhan para avisarle de que ya había acabado y de que en poder ella podríamos ir a comer.

Salimos juntas de la oficina ante la atenta mirada de Jenny, un gran alivio pensar que no la vería en un año o más. El gusto era mío sobre todo.

Nos sentamos en un restaurante que había en la misma avenida de la oficina y pedimos para comer.

Estuvo la tarde entretenida ya que al final lo alargamos. Acabamos a las 6 pm tomando margaritas en un PUB que estaba a dos calles de mi casa.

-Ahora si- me abrazó- te voy a echar de menos ratita, pero el mes que viene me tienes en la puerta de tu habitación tocándo para verte-

-Yo si que te voy a echar de menos- le dije abrazándola de vuelta.

Nos despedimos del todo y fui directa a mi casa porque en una hora venía el camión y yo tenía que ducharme y descansar ya que a las 4 am salía mi vuelo.

El camión vino y se llevó todas las cajas. Pedí una pizza por Uber eats y mientras llegaba recogía los vasos que tenía en la encimera.

Me puse una peli y justo tocó el repartidor.

Cuando recogí la pizza me senté en el sofá y con una mantita sobre el regazo comencé a comer y a ver la peli. Era una de esas del Netflix de "Segunda" que supuestamente estaba basada en hechos reales, ni la acabe de ver en verdad, por qué justo al acabar me la pizza me quedé durmiendo en el sofá.

Sonó mi despertador, las tres de la mañana, menos mal que me quedé durmiendo sobre las ocho y media o así. Si no fallezco.

Me puse unas Jordan blancas y un chándal de Nike amarillo. Parecía Uma Thurman pero en pelinegra. Ya que llevaba la misma cara de enfado. Y obviamente el chándal amarillo.

Salí del edificio con la maleta de mano en la que llevaba lo indispensable. Todos los aparatos eléctricos que me hacían falta para trabajar.

Llegué al aeropuerto, hice el check out y fui a la puerta del embarque. Quedaba un cuarto de hora para subir al avión y yo necesitaba un café. O si no diría el número del seguro de salud en vez del pasaporte.

Lo único que había abierto en toda la terminal era un Dunkin Donuts. Muerte para mis arterias pero gasolina para mi cerebro.

Pedí un Ice americano sin azúcar y mucho café.

Cuando me lo dieron fui directa a la puerta de embarque mientras me veía el café por el camino. Viajar por trabajo en una empresa como la mia era lo mejor, siempre era en Business y con todo incluido. Tengo ya más botellitas de perfumes de los aviones que las compradas por mi.

Al entrar al avión una azafata me dirijo a mi asiento y cuando deje el café en la mesita le mandé un WhatsApp a Siobhan. Dudaba que estuviste despierta pero yo la avise de que el avión saldría en diez minutos. Sorprendentemente me contestó diciendo que estaba esperando que la avisará para quedarse tranquila con que había llegado bien al vuelo. Me dijo que al llegar a los ángeles la llamara para avisarle de que todo había ido bien.

Hotel Cortez Donde viven las historias. Descúbrelo ahora