capítulo 17

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Su omega y su cachorro estaban descansando a su alrededor, su omega abrazaba a su cachorro y con la otra mano lo mantenía cerca a él, su alfa.

Su omega y su cachorro, suyos, seguros y cómodos. Su familia, su manada, su todo.

Suyos para proteger y amar; yoongi no era ciego, sabía que su omega tenía astillas con las que se pinchaba a si mismo a veces, sería un trabajo largo hasta llegar a sanar las heridas de su corazoncito y el alfa iba a estar ahí en todo lo que hoseok le permita estar.

Y su cachorro merecía un buen padre, el mejor de todos, y yoongi sabía que podía ser un desastre para todas las cuestiones de la vida, pero mientras aquel angelito siga abrazándolo y pidiendo por él, yoongi haría lo imposible por él, por ellos.

Asistiría a todas las malditas fiestas de té de dinosaurio que soobin organizará y hablaría con los peluches si eso hacía reír al pequeño.

Oh yoongi, jamás olvidaría la alegría de ese niño al despertar y encontrarlo en la cocina abrazado a su mamá, jamás olvidaría como los tuvo a ambos en sus brazos y fue como sostener todo su mundo.

Habían jugado toda la tarde, hoseok había estado ausente la mayor parte del tiempo pero acudía a todo lo que le decían, el omega necesitaba su espacio pero no había querido que se marché, así que yoongi pidió una pizza, napolitana y de rúcula porque eran las favoritas de su omega y su cachorro.

Jamás se cansaría de decir eso, su omega y su cachorro.

La hora del baño había dejado a soobin agotado en brazos de hoseok, pero no paraba de hablar con él cuando decidieron sentarse en el sillón para dormirlo.

—¿Pero no podemos hacer una pijamada? —la voz del pequeño sonaba gangosa, era el sueño hablando por él.

hoseok sonreía al oírlos, su mano acariciaba la naricita de soobin ida y vuelta, sus párpados pesando más y más con cada caricia de sus delicados dedos.

—No, amiguito, hoy no, pero otro día traeré mi mejor pijama y acamparemos en la sala, ¿quieres? —lo último que recibió de soobin fue un asentimiento y estaba ido.

Alzó los ojos al omega a su lado, que aún acariciaba la naricita del menor, él también lo estaba mirando y también se le veía cansado.

—Has estado callado —susurró, su brazo pasando por detrás del omega sin llegar a tocarlo.

Pero hoseok se acurrucó contra este, permitiendo que lo abrace por los hombros, su mano alcanzando su brazo dónde comenzó a dejar caricias sobre la tela del sweater.

—He estado pensando... ¿Realmente estás bien con esto? —su voz sonó tímida y suave.

—Estoy perfectamente, te lo dije hoseok, los amo y son mis personas favoritas, si tú me lo permites quiero estar en sus vidas y no ser solo un conocido de a ratos —no mentía, era su corazón hablando de primera mano.

No había nadie más con quién hubiera querido formar una familia que no sea hoseok y ahí estaban, acurrucados en un día de semana siendo todo lo domésticos que alguien podría querer.

yoongi era el hombre y el alfa más afortunado del universo al tenerlos, no iba a hacer nada para perderlos.

—Yo tampoco quiero que te vayas, quiero que te quedes con nosotros, no quiero volver a estar solo —susurró hoseok, alzando la mirada para verlo a los ojos.

Se inclinó sobre él y dejo un suave beso en su nariz y frente, no atreviéndose a ir más abajo como quería. Pasitos de bebé.

Los acercó más a él, una manta en el sofá fue el cobertor perfecto. yoongi no se iría y tal vez si acamparían en el sofá.

Beach BoysDonde viven las historias. Descúbrelo ahora