2.

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Jade se despertó gracias a un rayo del Sol que daba gusto en su cara. Parpadeo un par de veces para acostumbrarse a la luz del día, después se levanto pero se dio cuenta de que aún seguía encadenada. Un chiflido salió de sus labios y a los cinco segundos ya estaba un águila posado en la ventana.

— Tráeme la llave, Candor —le pidió al ave.

El águila entro a la casa rápidamente y salió de la habitación volando por la puerta. Pasaron unos cuantos segundos cuando regreso y aterrizó en frente de Jade. La castaña solo lo miró, y tomó el objeto que estaba entre el pico del ave. Con la llave se liberó, y se levanto para estirar su cuerpo que estaba cubierto por una camisa negra rota y acompañado por un pantalón de tela también roto. Dormir en el piso no era nada cómodo.
La mayor parte de su vida la paso en la gran mansión. Cuando era pequeña sus padres la encerraban en su habitación y no la dejaban salir. Ella siempre supuso que era para protegerla, pero en realidad ellos tenían vergüenza de Jade. La única vez que Jade se sintió amada fue el día en el que conoció a su abuela. Sus padres habían dicho que la abuela iría a visitarlos, pero como siempre Jade estaba encerrada en su habitación. Hasta que se escabulló y al fin conoció a su abuela. La anciana nunca la juzgo, incluso le dijo que era hermosa como el candor de una rosa. Jade no entendía el significado de la palabra en ese entonces.
Fue un día, en el que Jade solo tenía diez años, cuando escucho como sus padres hablaban con un señor desconocido. Jade supuso que el señor era Santa Claus, nunca pensó que ese señor estaba siendo contratado para matarla. En la noche, Jade sintió como unas gran manos aplastaban su cuello impidiéndole respirar. La pequeña morena despertó agitada y comenzó a intentar liberarse, pero no lo lograba. Fue hasta que una de sus pequeñas piernas golpeó al hombre en su entrepierna haciéndolo caer. Jade se levanto corriendo buscando a sus padres, pero ellos no estaban. Se habían ido, la habían abandonado. Escucho como el hombre corría por el pasillo, la única idea que tuvo fue salir por la ventana y correr hacia el bosque. Corrió, y corrió hasta encontrar el único lugar que la ha mantenido a salvo por mucho tiempo.
La historia corrió por todo el pueblo. El hombre había inventado una historia falsa para parecer la víctima. Decía que Jade era extremadamente peligrosa, y que había corrido al bosque. Desde ese día casi nadie se atreve a ir al bosque. Solo algunos se atrevieron a ir para molestar a Jade, o incluso para matarla y tenerla como premio. Ella nunca se dejaba ver, solo se escondía para esperar a que se fueran. Algunos incluso iban solo para comenzar a gritar insultos a la casa. "¡Mounstruo!" "¡Eres horrible!" "¡Asesina!" "¡Muérete!" Eran cosas que Jade escuchaba, por lo menos, dos veces al mes, pero eran suficientes para romperla cada vez más. Las personas se han vuelto muy insensibles a la hora de hablar. Eso fue lastimando a Jade a medida que pasaba el tiempo. Estaba tan lastimada, que ya ni siquiera podía mirar su reflejo en un charco de agua o en un pedazo de espejo roto sin sentir asco. Ella se odiaba, odiaba mirar sus ojos y su piel. Ella tendría una hermosa familia y una maravillosa vida si tan solo hubiera nacido normal.
Las morenas piernas de Jade se movieron guiándola a la gran puerta principal. La abrió lentamente, y salió intentando no hacer ningún ruido posible. Era más que claro que nadie podía verla o escuchar, pero Jade no se arriesgaría. Camino unos metros hasta llegar a su árbol favorito. En el estaban las mejores manzanas de todo el bosque, tomo unas cuantas y regreso a su mansión del mismo modo en el que salió. Las dejó sobre la gran mesa del comedor, y sintió a alguien en sus espaldas.

— No te voy a dar ninguna —habló Jade mientras se giraba.

El águila estaba posado en el candelabro del techo. Jade puso sus manos en su cadera y lo miro con el ceño fruncido, el ave solo movió su cabeza extrañado.

— Es broma, amigo —dijo Jade mientras tomaba una manzana y la tiraba al aire.

El ave lanzó un grito y voló para tomar la manzana entre su pico y comerla velozmente. Jade sonrió y tomo una para comerla. La pequeña morena era vegetariana, odiaba la carne. Además de que le gustaba correr y trepar árboles. Era por esa razón que Jade tenía un hermoso cuerpo, a pesar de que tiene cicatrices, no dejaba de ser hermoso.
Algo que a Jade le gustaba bastante era sentarse en la azotea de la casa para poder observar la hermosa vista de los pinos verdes. Incluso si miraba hacia la derecha podía tener una pequeña vista de Night Ville. Aunque sólo alcanzaba a ver algunas casas. Hace demasiado tiempo que Jade no va al pueblo, eso es por que ella sabe que si pone un pie en Night Ville, lo más probable es que la maten. Jade no quiere morir, a pesar de que su vida no es la mejor, ella no quiere morir.
Camino lentamente hasta la gran biblioteca de la casa llena de libros empolvados y viejos. Tomo uno y se sentó en el gran sillón rojo vino. Sus dedos hojearon el libro. Jade solo se dedicaba a mirar las letras, ya que la pequeña morena no sabía leer. Siempre ha querido aprender a leer y escribir, era uno de sus sueños, ese y tener a alguien con quien hablar. Sin embargo, Jade siempre pensaba que nadie se acercaría a ella por su aspecto.

Heart Like Yours | Jerrie (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora