1 / 9 / 1939

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1 de septiembre de 1939

Hoy, la oscuridad ha descendido sobre nosotros. Escuché por la radio que nuestras tropas han cruzado la frontera polaca. Una guerra más, una herida más para este mundo ya desgarrado. No hay forma de escapar a lo inevitable; las eras de penumbra comienzan, y siento cómo nos envuelven, a mí, a Greta, a toda Alemania.

Mi nombre es Frank Meier, tengo 24 años, y trabajo en una fábrica de armamentos en Berlín. No soy más que una pequeña pieza en esta maquinaria monstruosa que se ha puesto en marcha. Mi padre luchó en la Gran Guerra, y aunque nunca habló de ella, vi cómo la guerra le arrancó algo esencial, dejándolo vacío, un hombre marcado para siempre. Ahora, con cada día que pasa, temo que el mismo destino nos depara.

Greta está asustada, y no puedo culparla. Le he dicho que todo esto terminará pronto, que debemos confiar en lo que se nos dice, pero sé que ni yo mismo creo en esas palabras. La verdad es que no sé qué nos depara el futuro, pero la incertidumbre es un peso constante en mi pecho, un recordatorio de que el mundo tal como lo conocíamos está desapareciendo, devorado por algo mucho más grande y oscuro de lo que puedo comprender.

Escribo este diario no porque espere que alguien lo lea, sino porque necesito un lugar donde dejar estas palabras que se enredan en mi mente. En medio de esta creciente oscuridad, necesito aferrarme a algo, a lo que sea, para no perderme por completo. Si este diario sobrevive, quizá alguien entenderá lo que fue vivir estos días, caminar entre las sombras con la esperanza de encontrar algo de luz, aunque sea tenue, en algún rincón oculto.

Diario de Frank MeierDonde viven las historias. Descúbrelo ahora