Celos y carnaval.

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Capítulo 11: Vestida de Celos.

Desperté con el cuerpo tenso, como si apenas hubiera dormido. A pesar de que ya me estaba acostumbrando a las noches en el sofá, mis sueños no dejaban de ser extraños... soñé con Kimiko toda la noche, y si, en la forma en que muchos de ustedes estan pensando. La imagen de su cuerpo desnudo bajo la ducha seguía grabada en mi mente, alimentando una imaginación muy creativa que prefería mantener a raya. Sacudí la cabeza, tratando de despejar esos pensamientos. "Ya, Concéntrate" me dije a mí mismo mientras me dirigía a la cocina.

 "Ya, Concéntrate" me dije a mí mismo mientras me dirigía a la cocina

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Decidí preparar un omelette para el desayuno. El aroma del huevo, el queso y las hierbas frescas se esparció por toda la casa, llenando el aire de un olor delicioso. Mientras cocinaba, noté algo raro. Kimiko no había salido de la habitación todavía. Conociéndola, pensé que ya estaría reclamando su parte del desayuno, pero el silencio persistía.

Serví mi plato y me senté a comer, pero la preocupación empezó a crecer en mi pecho. ¿Por qué no salía? Después de dar un par de bocados, no pude aguantar más. Me levanté y me dirigí a la puerta de la habitación.

-Kimiko, ¿estás bien? -pregunté, esperando escuchar su habitual tono irritable. Pero no hubo respuesta. -¿Kimiko? -insistí, golpeando suavemente la puerta. Esta vez, una respuesta llegó, pero no fue la que esperaba.

-No voy a salir. No tengo ropa seca que ponerme -dijo desde el otro lado, claramente molesta.

Suspiré aliviado al escuchar su voz, pero no podía evitar sentir una leve preocupación. -Podría prestarte una de mis camisas. -sugerí, sabiendo de antemano cuál sería su respuesta.

-¡No voy a vestirme con tu ropa! ¡Que asco! -exclamó con un tono lleno de desdén.

Intenté pensar en una solución. Entonces recordé algo. Emily había dejado algunas prendas en mi apartamento hace unos días. Era la única opción viable.

-Espera un segundo. -dije recordando la ropa de Emily. -Tal vez haya algo que puedas usar. Pero, debes permitirme entrar a la habitación.

Kimiko lo pensó un poco pero luego accedió. -Esta bien.

Entonces entre a la habitación y me dirigí al armario.

Kimiko estaba en mi cama, cubría su cuerpo desnudo con una sábana mientras me clavaba la mirada.

-¿Qué estás haciendo? -preguntó Kimiko, sonando aún más irritada.

Kimiko Cinco ColasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora